Reseña publicada en el Diario del AltoAragón, el domingo 2 de diciembre de 2012.
http://www.diariodelaltoaragon.es/SuplementosNoticiasDetalle.aspx?Sup=1&Id=781566
Hace ya tiempo que me di cuenta de que soy un tipo
raro. Alguien al que le gusta pasearse solo por pueblos y ciudades y
fotografiar casas viejas por las que siento una mezcla de curiosidad y
tristeza. Por lo que fue y se ha perdido; cerrado, abandonado. Una irresistible
atracción por las tres primeras décadas del siglo XX que me llevó hasta las
fotografías en blanco y negro que retratan y documentan esa época. Y sentir al
verlas una absurda melancolía por un tiempo que no es el mío. Algo inexplicable,
irracional y en cierta manera incómodo. Sentir atracción por el pasado, mirar
atrás, fuera de tiempo y lugar en vez de interesarme por lo moderno, el presente
y el futuro. Y debo reconocer que sentí un gran alivio con la serie de libros
que la Diputación
de Huesca comenzó con “Postales y
postaleros”. Aquella colección y Fernando Biarge me hicieron sentir menos
solo, raro y loco.
Por eso no es de extrañar que para mí “Álbum de
adioses” sea algo más que un libro. Que me fascinen sus viejas fotografías. Que
sienta admiración por la obra de Manuel Benito y por la bendita locura de
Salvador Trallero que se atreve a publicar libros como éste y que además lo
haga con calidad sobresaliente. Y si aquel primer e imprescindible álbum era un
homenaje, una despedida, una forma de guardar el recuerdo y las palabras de
Manuel para la ciudad que amó, ahora Salvador nos regala una prolongación, una
ampliación más que una segunda oportunidad. Porque aunque tal vez este volumen
II esté formado por los textos que se quedaron fuera o no encontraron cabida en
el primero eso no es lo que importa. Porque aún siendo segundones o retales
sueltos, textos desperdigados o huérfanos resultan igual de emocionantes y
atrayentes que los primeros.
Porque si las fotografías son –sobre todo- de
Ricardo Compairé, Feliciano Llanas y los hermanos Viñuales, las palabras y el
recuerdo son de Manuel Benito. Y si en esas fotografías veo la imagen de lo que
fue y lo que yo luego busco, lo que todavía se mantiene en pie y desapareció
para siempre; en lo que Manuel dice encuentro la sabiduría, la evocación personal
y la coincidencia. Ciudad y sus alrededores de íberos, romanos, musulmanes y
cristianos. Desde la Edad
Media hasta la década de los 50. Muralla y río, iglesias,
callejones, plazas, conventos y órdenes militares, capillas y pozos de hielo, castillos
y albercas, mercados, ferias y fiestas, “La Chaparrones ” y “El
Pataticas”, casas y solares, tormentas de agosto, un almanaque de incendios y
un banco azul en el paseo de la estación.
Manuel compone la guía histórica y sentimental de
una ciudad que albergó la calle y el barrio de su niñez. Lo que era, lo que
queda de ella, lo que fue y ya no es. “Huesca
fue un país de sueños, de caserones derribados por el progreso, ese señor
moderno tan simpático que tomó aquellas huertas y las sembró de edificios
similares y prismáticos con alma de hipoteca. Brotaron a raudales dejándonos
huérfanos de piedra vieja”. Sí, hemos ganado mucho; pero algunos sentimos
nostalgia de lo que se perdió por el camino.
Manuel Benito. “Huesca: Álbum de Adioses II”. Sariñena Editorial. Salvador Trallero editor. Sariñena (Huesca), 2012.
Manuel Benito. “Huesca: Álbum de Adioses II”. Sariñena Editorial. Salvador Trallero editor. Sariñena (Huesca), 2012.
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