También
esta nueva entrega, TURIA redescubre las
claves que nos permiten entender mejor la vida y la obra de uno de los
escritores aragoneses más heterodoxos, complejos y sugerentes de nuestra época:
Julio Antonio Gómez. En un eficaz trabajo de síntesis divulgativa, Alfredo
Saldaña narra las interminables peripecias de un ser humano “lúdico, inconformista
y vulnerable”. Un autor al que todavía la crítica no le ha hecho justicia pero
que, pese a todo, elaboró unos cuantos poemas memorables y dignos de figurar en
cualquier antología de la literatura
española contemporánea.
CIEN AÑOS DE MODERNISMO
Este
año 2012 conmemoramos el centenario de la construcción de varios edificios significativos
dentro de la arquitectura modernista turolense. Entre ellos sobresale la actual
sede de la Caja Rural
de Teruel, conocida anteriormente como “Casa del Torico”. La belleza y
singularidad de su diseño y su ubicación en la antigua plaza del Mercado, en
centro neurálgico de la ciudad, le han otorgado desde siempre un protagonismo
principal como edificio emblemático del modernismo en Teruel.
Sin embargo,
como nos recuerda
Antonio Pérez en las
páginas de TURIA, “de ese mismo año es la construcción de la iglesia del barrio
de Villaspesas, el proyecto del edificio
de
la casa de la calle San Andrés nº 4, en el que hasta hace poco estuvo situada
la imprenta Perruca, y posiblemente la casa de la Madrileña , también
situada en la plaza del Torico. Para algunos autores, obras como las actuales
sedes de la Comunidad
de Teruel en la calle Temprado, y del Archivo Provincial en la Ronda , serían igualmente de
1912.
La
arquitectura modernista turolense se enmarca dentro de un periodo de transformación
de la ciudad que puede fecharse desde finales del siglo XIX hasta la segunda
década del siglo XX. Como ocurrió en otras ciudades interior, el modernismo se
difundió en Teruel desde Cataluña y de la mano de arquitectos que estudiaron en
la Escuela de
Barcelona y que, por diversas circunstancias se trasladaron hacia otros lugares
para ocupar plazas en la administración local. Así ocurrió en Teruel con el
arquitecto tarraconense Pablo Monguió: su llegada como arquitecto municipal a
finales de 1897 o comienzos de 1898 coincide con los años de máximo esplendor
del modernismo turolense.
Antonio
Pérez, al hacer balance de dicho periodo, asegura que fue “una etapa
caracterizada por el buen entendimiento entre propietarios, arquitecto y
artesanos”. Y concluye: “a pesar de la destrucción que sufrió Teruel en la
guerra de 1936, en la que desaparecieron edificios de todas las épocas
históricas, entre ellos algunos modernistas, el visitante puede disfrutar en
sus recorridos por la ciudad de la arquitectura construida hace cien años bajo
el mecenazgo de la burguesía y que Oriol Bohigas, de forma global, la resumió
socialmente en estos términos: ‘la contradicción básica del modernismo era esa
dualidad de ser a la vez popular y segregador’”.
JULIO ANTONIO GÓMEZ, UN CASO APARTE EN LA POESÍA ESPAÑOLA
Con
el objetivo de fomentar la lectura y el reconocimiento de la obra de Julio
Antonio Gómez (1933-1988), la revista TURIA publica un clarificador artículo de
Alfredo Saldaña. Quien es uno de sus mayores estudiosos nos relata cómo la vida
de nuestro autor, al igual que concurrirá con su poesía, “está ligada
principalmente a tres ciudades: Zaragoza, París y Tánger. En esas tres ciudades
experimentó momentos de plenitud y de una intensa desolación, y esa vida
itinerante condicionó de manera decisiva su poesía, que se presenta, a partir
de cierto momento, como el testimonio de un sujeto errante condenado a vagar
sin tregua por escenarios urbanos en busca de su alma gemela”.
Tras dar noticia de su trayectoria personal y creativa, Saldaña concluye
que “Julio Antonio Gómez es un caso aparte en la historia de la poesía española
de su tiempo”. Los motivos de esa condición heterodoxa de nuestro escritor
radicarían en varios factores porque, si bien era “aragonés de nacimiento, sus
lecturas y amistades foráneas, su educación y formación cosmopolitas, sus cada
vez más frecuentes, prolongadas y hasta definitivas estancias en otros lugares,
su despegue de lo que podríamos presentar como rasgos característicos de un
cierto imaginario poético aragonés contemporáneo y su elaboración de una poesía
del color y del sonido, pletórica de imágenes, metáforas y símbolos, sensual y
apasionada hasta la extenuación, vibrante y musical, todos esos elementos hacen
de él un poeta en clara progresión ascendente”.
Según Alfredo Saldaña, su obra literaria culminaría
con la redacción de un “libro singular, ‘Acerca de las trampas’, condensación y
cenit de su poética, un libro repleto de aciertos expresivos que, sin embargo,
fue escandalosamente silenciado por el establishment de la crítica literaria en
el momento de su aparición, preocupado más en aquel instante por consolidar
otro tipo de poética”. Quizá, en los últimos años, la figura de Julio Antonio
Gómez ha ido mereciendo un progresivo interés de estudiosos y lectores. A ese
fin pretende contribuir ahora esta recuperación promovida desde la revista
TURIA.