Resulta emocionante que en esta tierra de interior alguien escriba una novela de aventuras, piratas y viajes por dos océanos y tres continentes. Océano Atlántico e Índico, costas de América, África y Asia. Sólo por eso ya merece la pena embarcarse. Y puedo asegurar que el largo, exótico y emocionante viaje no defrauda.
Teresa Sopeña nos lleva la noche de difuntos de 1728 hasta un caserón en la costa de Nueva Inglaterra para encontrarnos con un viejo capitán pirata a quien las crónicas daban por muerto. Encontrarle vivo y hablar con él es la última esperanza para confirmar una paternidad ausente, pero también para saber si la leyenda era cierta, si realmente existió Libertalia, una república de hombres libres en la isla de Madagascar.
Canción pirata de Espronceda, cuento de las mil y una noches y de Tagore, libro de la selva de Kipling. Todo eso es esta novela. Pero también un extraordinario trabajo documental: ensayo sociológico y filosófico; bibliografía, historia, oceanografía y diccionario de náutica. Puertos, ciudades, selvas, islas, mares, vientos y barcos. Mercancías, abordajes, comercio, naufragios y travesías. Hindúes, anglosajones, holandeses, portugueses, árabes. Y todo ambientado a finales del siglo XVII y principios del XVIII. Novela neo-clásica de periplo y epopeya que avanza luchando por desentrañar un misterio superando todos los retos y obstáculos. Teresa siguiendo la estela de Defoe, Swift y Lino Novás. Hombre que sigue el rastro de otros hombres. Aventura dentro de otra aventura. Doble esfuerzo, éxito de Teresa recreando por un lado la vida de los piratas y por otro la crónica de su búsqueda. Pasado y presente. Un viejo manuscrito y un nuevo libro. Novela de acción y minuciosa descripción –tediosa por momentos pero que se salva con humor inteligente- y reflexión. Y en esta reflexión está lo importante. Porque ya no se trata solamente de la acción, de un hijo en busca de su padre, sino de la búsqueda de un ideal y de un lugar.
Teresa Sopeña nos lleva la noche de difuntos de 1728 hasta un caserón en la costa de Nueva Inglaterra para encontrarnos con un viejo capitán pirata a quien las crónicas daban por muerto. Encontrarle vivo y hablar con él es la última esperanza para confirmar una paternidad ausente, pero también para saber si la leyenda era cierta, si realmente existió Libertalia, una república de hombres libres en la isla de Madagascar.
Canción pirata de Espronceda, cuento de las mil y una noches y de Tagore, libro de la selva de Kipling. Todo eso es esta novela. Pero también un extraordinario trabajo documental: ensayo sociológico y filosófico; bibliografía, historia, oceanografía y diccionario de náutica. Puertos, ciudades, selvas, islas, mares, vientos y barcos. Mercancías, abordajes, comercio, naufragios y travesías. Hindúes, anglosajones, holandeses, portugueses, árabes. Y todo ambientado a finales del siglo XVII y principios del XVIII. Novela neo-clásica de periplo y epopeya que avanza luchando por desentrañar un misterio superando todos los retos y obstáculos. Teresa siguiendo la estela de Defoe, Swift y Lino Novás. Hombre que sigue el rastro de otros hombres. Aventura dentro de otra aventura. Doble esfuerzo, éxito de Teresa recreando por un lado la vida de los piratas y por otro la crónica de su búsqueda. Pasado y presente. Un viejo manuscrito y un nuevo libro. Novela de acción y minuciosa descripción –tediosa por momentos pero que se salva con humor inteligente- y reflexión. Y en esta reflexión está lo importante. Porque ya no se trata solamente de la acción, de un hijo en busca de su padre, sino de la búsqueda de un ideal y de un lugar.
El contexto es el siglo XVII, una época de luchas y persecución religiosa, patentes de corso, esclavitud, colonialismo, crueldad y avaricia, y frente a eso Teresa nos presenta la República de Platón y la Utopía de Tomás Moro. Y a unos piratas, proscritos sin rey ni amo, que quieren convertir esa utopía en realidad, fundar una república de hombres libres e iguales en la que existía la propiedad comunal, la participación de sus integrantes en la toma de decisiones -un hombre, una voz, un voto- sin importar raza ni credos.
Encontrar ese lugar es el verdadero viaje de esta novela. Una patria sin castas ni esclavos donde la libertad sea verdad. El mito de esos piratas buenos resulta innegablemente atractivo, pero esa utopía política sin propiedad privada me suena a cuento chino. Sin embargo algunos de sus principios rectores y morales que hoy nos parecen obvios e imprescindibles en aquel viejo siglo no existían, y por eso esos hombres que quisieron conquistarlos bien merecen este viaje, embarcarnos con ellos por dos océanos y tres continentes y salir a buscarlos.
Teresa Sopeña. “Libertalia”. 290 páginas. Mira Editores. Zaragoza, 2011.
Encontrar ese lugar es el verdadero viaje de esta novela. Una patria sin castas ni esclavos donde la libertad sea verdad. El mito de esos piratas buenos resulta innegablemente atractivo, pero esa utopía política sin propiedad privada me suena a cuento chino. Sin embargo algunos de sus principios rectores y morales que hoy nos parecen obvios e imprescindibles en aquel viejo siglo no existían, y por eso esos hombres que quisieron conquistarlos bien merecen este viaje, embarcarnos con ellos por dos océanos y tres continentes y salir a buscarlos.
Teresa Sopeña. “Libertalia”. 290 páginas. Mira Editores. Zaragoza, 2011.