miércoles, 5 de diciembre de 2012

El primer deseo


Pensaba que ya no se escribían cuentos para niños como los de antes. Que hoy todo era más light, sin crueldad para evitar traumas y psicólogos, que los escenarios eran de alquitrán y cemento y la naturaleza un parque público. Pero parece que hay ciertos elementos que no pasan de moda. Que en un cuento infantil del siglo XXI puede aparecer  un padre malvado que vende a su hijo como esclavo o Cenicienta masculina; un bosque oscuro y espeso en el que perderse; un Hada que recompensa el buen corazón concediendo un deseo; y un rey que ofrece la mano de su hija –la joven más bella del país- al caballero que haga la hazaña más portentosa. Todos esos ingredientes universales están en este cuento, y además de eso Roberto Malo y Francisco Javier Mateos cambian el reino lejano por Rusia, al rey por un Zar y a la princesa por una Zarevna. Y hacen protagonista de la historia a un campesino pobre: Abaskhia, que sabía lo que quería ser de mayor: maestro; y que su gran ilusión en la vida era un poco rara: quería enseñar a hablar a las vacas. Lo clásico con un toque surrealista marca de la casa. Estilo neoclásico en el que participa David Laguens con sus dibujos.
Pero si hay algo que realmente identifica a estos dos autores es el humor. Un humor que ya nos mostraron en “La madre del héroe”. Porque tres veces aparece Abaskhia en el bosque; la primera libera a un ciervo del cepo de un cazador y se le aparece el Hada; la segunda libera a una liebre y se le vuelve a aparecer el Hada ¿Otra vez tú?, y la tercera libera ¡a una anciana! del cepo y aparece de nuevo el Hada ¡Pero bueno, Abaskhia! ¿Tú otra vez? Tres veces en las que imagino a Malo y a Mateos escenificando la situación y veo las carcajadas de los niños.
Y como todo cuento clásico también este tiene su historia de amor. La del campesino que se enamora de la bella princesa y al que ella rechaza por ser pobre y tonto. Pero aparte de las enseñanzas sobre los mecanismos del amor, la belleza, la voluntad, la inteligencia y el carácter y un final feliz obligado, yo me quedo con la moraleja del primer deseo que le pide Abaskhia al Hada. Porque cuando ella le dice ¡pídeme lo que quieras y te lo concederé!, Abaskhia no quiere ser “alto, guapo, rico o viril” si no hacer su rara ilusión realidad, su gran ilusión en la vida, su máxima ambición: hacer hablar a las vacas. Y creo que esa es la gran lección de este cuento: saber lo que realmente queremos por encima de la riqueza y la apariencia, a pesar de que a los demás les parezca extravagante o aparentemente inútil. Por eso este cuento está dedicado “para todos aquellos que persiguen su sueño”.

Roberto Malo y Francisco Javier Mateos. “Abaskhia”. Ilustraciones de David Laguens. Editorial Delsan. Zaragoza, 2012.

2 comentarios:

roberto dijo...

Mil gracias, Luis. Me ha encantado.

Luis Borrás dijo...

Gracias a ti, Roberto. Por la risa y el deseo.