viernes, 24 de octubre de 2008

El ojo de un remolino


Anoche un desconocido me dejó un mensaje en el contestador. Un hombre con acento extranjero me decía: No entiendo porqué te parece tan extraordinario. Tan sólo es un escritor de frases geniales. Un tipo ocurrente, original; pero ese libro no tiene ni pies ni cabeza, es una boutade.
Recordé una de las frases del libro: Los hambrientos rabiaban con el aroma de los guisos que nunca probarían.
Me fui a trabajar y me olvidé del asunto.
Al mediodía, antes de ir al bar a tomar café, compré el periódico en la gasolinera. Hoy es jueves. Me guardo el cuadernillo literario y tiro el resto a una papelera. En el suplemento venía un artículo sobre el libro: “…su literatura recuerda al teatro del absurdo, es un ejercicio arriesgado al que debemos reconocerle la novedad de intentar trasladarlo a la literatura, pero es fallido por intangible…, es imaginativo y original, pero me temo que se queda en un estiloso ejercicio de pirotecnia...”
Pensé que se había quedado en la superficie. Como si el agua fuera una pista de patinaje, un cuerpo opaco y sólido. Sin hacer el esfuerzo para ver lo que hay debajo; ir más allá. Muchas veces he leído en las solapas y contraportadas de los libros citar al universo creativo de un escritor como su mejor virtud. Pues bien, Óscar Sipán lo ha creado. Me lo presentó en “Rompiendo corazones con los dientes” y tuvo su continuación en “Guía de hoteles inventados”.
En “Leyendario” ese universo conocido de hoteles y cafés decadentes, galgos, duelos a pistola, ciencias ocultas y manicomios se conserva y expande, aumenta su nómina con nuevos elementos: reliquias, amuletos, pozos de los deseos y una fábrica de espejos. Nuevos personajes: el hombre con branquias, un cantante de zarzuela aquejado de una crisis aguda de hipo y Barber el gato que precede a la muerte. Nuevas imágenes: prostitutas con un colchón sujeto a la espalda y la casa de la crueldad. Y, enroscados en su sombra, los animales mitológicos surgidos del agua: el pez cueva, el Saburuko, o Skrenta, híbrido de pez, hombre y escualo.
Mientras unos se entretienen en pintar bodegones, Óscar rompe el hielo de los estanques congelados. Cada uno elige sus propias terapias, sus magos favoritos. Yo acudo a los libros de Óscar cuando el día amenaza ruina. Recordé otra de las frases del libro: escribir es colocar una bomba en la realidad y con los pedazos contar historias.
Cuando volvía a casa la policía disolvía las colas en las librerías y los agentes del gobierno regalan entradas para el fútbol y vales descuento para comprar televisores.
En el buzón encontré una carta de La Academia de Historia Natural y Ciencias Exactas en la que me indicaba que el libro “Leyendario” de Óscar Sipán había sido incluido en la lista de libros perniciosos por inexactitudes y falsedades. Pensé que a diferencia del aire, el agua oculta lo que vive en su interior. Una puerta mágica tras la que puede vivir todo lo que queramos imaginar. Recordé otra frase del libro: La gente necesita desesperadamente volver a creer en milagros y prodigios.
Enciendo la radio. Un hombre ha llamado a la emisora para quejarse de su vecino escritor. Dice que escribe por las noches y que el ruido del teclado del ordenador no le deja dormir.
En la radio el locutor aprovecha la queja para recordar entre risas la anécdota aquella del escritor que fue sorprendido por la policía quitando la antena de su tejado durante el toque de queda. Fue detenido y llevado al juzgado de guardia y al vaciar sus bolsillos lo único que llevaba encima era una libreta con las páginas en blanco. El fiscal lo acusó de actos subversivos y le condenaron a prisión incomunicada para evitar el contagio.
Llamé a la emisora. Me identifiqué con mi verdadero nombre y apellidos. Dije que eso era mentira, y que lo sabía porque yo estaba allí. Dije que aquel escritor no llevaba ninguna libreta y que al vaciar sus bolsillos aparecieron un boleto de apuestas del canódromo, la factura de una sombrerería, el recorte de una noticia del diario local, una caja de cerillas de un hotel, un retrato de Zelda Zonk, una tarjeta de Sindulfo García –inventor- comunicándole su nueva dirección en Rávena y el éxito de sus inventos, un billete usado del tranvía, un papel con la anotación KNO3+S+C y un dibujo en tinta china con la marca O.S.
Ya saben la verdad –les dije-.
Colgué el teléfono y apagué la radio.
Recordé otra de las frases del libro: Los grillos cantan la misma canción sin letra de todas las noches.
Sé que esta noche vendrán a por mí. Los estoy esperando con las luces encendidas. Conozco los cargos. Me acusarán de no respetar el toque de queda y de hacer metaliteratura.
“Leyendario. Criaturas de agua”. Escrito por Óscar Sipán e ilustrado por Óscar Sanmartín. Tropo Editores. Zaragoza 2007.

2 comentarios:

Cristina Monteoliva dijo...

¿Hay algo más absurdo que la vida misma?-le diría yo a ese extranjero de mente impermeable.

Hay muchos escritores de frases geniales. Lo complicado viene a la hora de conectarlas y crear un conjunto fantástico.

Podéis ver otra reseña del libro de Sipán en www.labibliotecaimaginaria.es

Saludos,

Cristina Monteoliva (a la espera de que reviente la fábrica de cloroformo más cercana para sumirme en un sueño de tres años)

Mónica dijo...

Qué maravilla de libro. Es una joya. Gracias por tu mensaje y por este espacio. Tengo pendiente el libro de Patro, pero no tengo la menor duda de que será genial, como todo lo que escribe.

Un abrazo