El rescate de la figura de Manuel Chaves Nogales y
su novela sobre la Guerra Civil
“A sangre y fuego” nos devolvió el nombre de la Tercera España. “De mi pequeña experiencia personal, puedo
decir que un hombre como yo, por insignificante que fuese, había contraído
méritos bastantes para haber sido fusilado por los unos y por los otros”. Chaves
Nogales “pequeñoburgués liberal” huyó
del Madrid republicano. Su deserción la pago entonces con el exilio voluntario:
“Se paga caro, desde luego. El precio,
hoy por hoy, es la Patria ”.
En el siglo XXI no pertenecer a ningún bando no sale tan caro, pero tampoco sale
gratis; se paga con la indiferencia. Pero eso es algo de lo que hablaré
después.
La reaparición de esa Tercera España me devolvió
una vieja curiosidad olvidada. Y una de las ventajas de esta época digital es
poder buscar u obtener información sin salir de casa. Basta con escribir en un
buscador y obtener el premio: http://laterceraesp.blogspot.com.es/Y el primer nombre que aparece en esa lista era un completo desconocido para
mí: Luis Lucia.
Su historia resulta absolutamente estremecedora. Fue
encarcelado por unos y por otros. Los republicanos lo encarcelaron por
derechista y católico, el franquismo por traidor y haber declarado su fidelidad
a la República.
Y los comentarios a esa entrada me llevaron hasta
este libro: “En tierra de nadie”, escrito por Rafael Esteban Silvestre. Una excelente
novela corta que recupera un episodio en la vida de Luis Lucia cuando, al estallar
la Guerra Civil
huye de Valencia y se esconde en la falsa (buhardilla) de un Mas del
Maestrazgo. Durante los meses de ese ocultamiento escribió en un “cuaderno de hule” la memoria de su
huida y sus temores antes de entregarse a un grupo de milicianos que
registraban la casa. Ese cuaderno, muchos años después, acaba en las manos de
José María Gil Robles, compañero y jefe político de Luis Lucia.
“En tierra de nadie” se mezcla realidad y ficción; pero eso es lo de menos. El encarcelamiento por partida doble de Luis Lucia fue
trágicamente cierto. Rafael Esteban se basa en esa estremecedora verdad para
recrear lo que Gil Robles pudo sentir al leer el cuaderno y lo que Luis Lucia
pudo escribir en él. Y aunque la novela tiene un inicio narrativamente
trastabillado se recupera rápidamente al expresar los pensamientos de Gil
Robles y aquella paz que no fue posible. El recuerdo doloroso de una época: “Luis era partidario de mantener la paz a
cualquier precio. Muchos, Pablo Iglesias no fue ajeno a esto cuando amenazó con
pasar por las armas a Maura, se desviaban hacia la violencia”. “No nos dimos cuenta, el viento presagiaba
lo que se iba a desatar, estaba escrito en la historia de nuestro país, y no
nos dimos cuenta”, y el destino del amigo: “Ni perdonado por unos, ni comprendido por otros. Como otros, Luis pagó
por todos. Sí, les podía haber pasado a muchos. Pero Luis, ingenuo o
simplemente bueno, no dio el paso definitivo cuando otros abandonaron una nave
que se hundía, pues venía haciendo aguas desde tiempo atrás”.
Reconstrucción de una huida caminando por el inclemente
paisaje del Maestrazgo. Reconocimiento de la belleza que hay en la dureza de su
paisaje. Lugares que para Lucia suponían el horizonte de su infancia.
Reconstrucción de los pensamientos de un huido
que abandona a su mujer y a sus hijas; a su hijo mayor haciendo el servicio
militar en Valencia; el temor a represalias, su desamparo. “No sé a quién temo más, si a los revolucionarios que han tomado las
calles y arman al pueblo, o a los africanistas con los que ya alguna vez me
enfrasqué hace ya trece o catorce años a raíz de la guerra de Marruecos”.
El miedo y la humillación de un hombre escondido, las dudas y el examen de
conciencia de un fugitivo. La certeza de su derrota gane quien gane: “Yo, por mucho que pudiera ampararme en mi
condición de diputado en un hipotético arresto, no dejaba de ser católico
militante, líder derechista, hasta no hace tanto tiempo tradicionalista, y no
podía caer en manos de activistas revolucionarios. Por otro lado, era
oficialmente rojo, ex ministro de la República a la que me había adherido por medio del telegrama que envié desde Benicasim
el día que comenzó la sublevación. No se me perdonaría, y tanto si me atrapaban
unos como otros, acabaría mal. Tierra de nadie, pues, exilio forzoso, extranjero
en mi propio país”.
Reconstrucción que además de ser narrativamente
concisa y brillante tiene un mérito extraordinario. Porque lo que cuenta Rafael
Esteban no resulta –paradójicamente- de un interés mayoritario. Porque la
opinión y ficción que más vende por escrito y de palabra de esa época es la de
un maniqueísmo en blanco y negro, la de una Arcadia feliz que no existió, en la
idealización a posteriori de algo que fue imperfecto. Y el mérito de Rafael
Esteban y la recuperación de Luis Lucia es el de no caer en lo subjetivo ni en
lo tendencioso. De aquella época aciaga, triste y terrible lo único que merece
la pena resucitar es esa Tercera España que no pudo ser, que entre unos y otros
no hicieron posible. Ese es el único ejemplo que merece la pena novelar.
Y es curioso –y también triste- que esta “Tierra
de nadie” resulte ahora útil y precisa. Que hoy, ahora mismo, resulte una
novela esclarecedora. Porque hoy, todavía, esa Tercera España es minoritaria. Y
que nadie me mal interprete, no estoy haciendo propaganda de ningún partido
político. Me refiero a esa indiferencia con la que se paga hoy en día al que no
milita en ningún bando.
Y es que te das cuenta de que esa Tercera España
no pudo ser entonces por lo mismo que hoy se margina al que no practica el
sectarismo de alguna de las dos orillas. Ahora muchos manifiestan públicamente
y sin pudor su fanatismo, la violencia verbal, el escarnio, el insulto que
rezuma el odio y su larva eclosionada. Y si no te sumas a ninguno de esos
bandos, si no firmas manifiestos, sales en la foto o le das al “me gusta” lo
que ganas es la indiferencia. No es buen negocio estar en medio, en ninguna
parte, no ser la novia de nadie. No ser de ninguno no te traerá el
reconocimiento de tu independencia. Es mejor ser de un color. Si formas parte
de uno de los grupos no estarás solo, tendrás el aprecio de unos para
defenderte del desprecio de los otros. La palmada en el hombro, la sonrisa del
compañero.
Porque lo que se critica, lo malo, lo injusto, el
escándalo está siempre en la otra acera, en el otro bando. Los que nos
indignamos o sentimos vergüenza de los dos somos una minoría. Son muchos más
los que sonríen con una mueca tenebrosa de alegría y triunfo ante la caída de
los otros. Los que insultan a los del bando contrario por delincuentes pero
callan de los del suyo. Los que convocan manifestaciones en una sede y exigen
dimisiones ajenas. Los culpables siempre están enfrente; la verdad en mi casa,
bajo mi bandera.
“En tierra de nadie” es un título muy apropiado. Una
novela elocuente. Por Luis Lucia y sus dos carceleros. Para ver con más
claridad el pasado y lo que fue. Para sentir, sin miedo, vergüenza del
presente. En que es preferible la soledad de vivir en tierra de nadie al
refugio de uno de sus bandos.
Rafael
Esteban Silvestre. “En tierra de nadie”. Comarca del Maestrazgo, 2007.
2 comentarios:
Hola Luis, al leer el título pensé que tras años de publicación me iba a encontrar con la reseña de Tierra de nadie de Javier Delgado, así pues apunto tu novedad y yo te recomiendo al citado, creo que te gustará es una buena novela sobre esa época en la que se abandona la infancia y aun no se está en la juventud. Esta obra refleja el abandono de cierto mundo al que nunca podremos regresar, un mundo de tiempo, y de espacio también, esto enlaza con los temas a los que tu regresas como autor, enhorabuena por lo que leo has salido muy bien en la foto Matón. Saludicos bilbilitanos
Hola, arqui.
El libro que me comentas de Javier Delgado ya lo leí y reseñe:
http://aragonliterario.blogspot.com.es/2009/09/el-ultimo-verano.html
Gracias por lo de Fotomatón. Espero que podamos volver a vernos en Calatayud. Me encantaría.
Un abrazo!
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