lunes, 25 de octubre de 2010

Edición excepcional

Antes de hablar del contenido de este libro se hace necesario, obligado, totalmente ineludible hablar del continente. Hacer una presentación; apología del perímetro, el andamio, el estuche, su silueta y su carne.
Hablar del cómo, del trabajo y la voluntad del editor; de la forma, la decisión; su voluntad contracorriente, su carácter inconformista, negador de lo simple y lo habitual. De esta extraña maravilla y el papel de la buena suerte.
Antes de leer una línea se hace necesario hablar del objeto y su cuerpo, hablar de un libro como demostración, prueba, evidencia palpable; imagen, representación de un concepto, de una idea personal, un gusto, una locura, una temeridad en estos tiempos de mercaderes y baratijas de bolsillo, papel reciclado y tinta electrónica.
Hablar para empezar de sensualidad y agradecimiento, de tacto y vista, de un libro que causa asombro, placer y admiración.
Hoy nadie publica así excepto los libros de arte. Los libros de las grandes exposiciones. Libros objeto para guardar imágenes en los que el texto no es lo importante. Libros intonsos para decorar las mesas del salón, libros fotogénicos, descomunales y abultados para posar en las revistas de casas de cartón piedra.
Salvador Trallero edita un libro de relatos con las tapas duras y el lomo sin amenaza, peligro de desprendimiento y hojas sueltas. Un libro cofre del tesoro, armadura y corazón. Un libro golosina. Un libro que se abre de piernas y respira. Papel satinado, blanco, brillante y suave para guardar nada más que palabras. Una tipografía especialmente elegida, nítida y armoniosa, punto de partida de los tipos denominados modernos. Líneas, párrafos y títulos respirando. Un libro con una fotografía a modo de presentación, introducción, complemento de cada relato. Regalo generoso en tiempos de supresión de cualquier adorno que encarezca los costes de producción. Primera letra mayúscula en negrita y tres veces mayor que el tamaño del texto: estribo, tradición caligráfica, pie para iniciar la lectura.
Libro como detalle, orfebrería, devocionario, relicario de papel. Libro como muestra y botón de lo extraordinario; libro fuera de lo común. Libro idilio, ejemplo, testimonio y rebelión.
Y viéndolo, disfrutándolo, tocándolo y pensando en esta demostración de Salvador Trallero y su oficio me acordé de Raguenau, el pastelero del Cyrano de Bergerac de Edmond Rostand. Pastelería de Sariñena convertida en idílica“Hospedería de poetas” pero con un final diferente. Pastelería de un pueblo de Huesca convertida en Sariñena Editorial. Y Salvador Trallero haciendo arte con la edición.

1 comentario:

andi.es dijo...

"...apología del perímetro, el andamio, el estuche, su silueta y su carne...
"...Un libro golosina. Un libro que se abre de piernas y respira..."
Rescato dos pasajes, que podrían ser otros al azar, de ésta deliciosa crónica, que se embelesa con la carcasa, el mueble de esta pieza. Es verdad que últimamente se nos olvida que la literatura tiene una dimensión - o varias - que exceden a la lectura: hay tacto, hay olor, hay imagen. Bien descrito, haciéndole justicia a un esfuerzo editorial desacostumbrado en nuestra época.