martes, 29 de diciembre de 2009

La máquina de la verdad

Lo dejaré claro nada más empezar, Carlos Parrilla es amigo mío. Uno de los mejores, de esos que se cuentan con los dedos de una mano. Una noche me llama y me dice que ha quedado finalista en un premio literario y le van a publicar una novela. Su primera novela. Y yo sentí una sincera alegría. Por él y por todos mis compañeros que jugamos a este pilla-pilla, a este escondite demencial con las palabras.
Y recordé nuestras conversaciones, nuestros temores y dudas acerca de este espejismo imperfecto que es la literatura. Y al leer su novela imagino el descubrimiento que hizo surgir la idea, el largo proceso que la hizo crecer y madurar, la mano invisible que dio cuerda al reloj y puso en marcha sus mecanismos. Las claves personales que hay dentro de esta casa, la sombra que reconozco entre líneas. Y a la vez lo leo sin reconocerlo, asombrado con su talento y creación. Su capacidad en la larga distancia recién descubierta.
Y así trazo dos imágenes enfrentadas. El objeto y su reflejo. El papel y la imaginación. El porqué, la obsesión y la necesidad de la creación. La de un hombre que crea una criatura mecánica capaz de expresar sentimientos y la de otro hombre -mi amigo- capaz de crear otra criatura surgida de su ingenio. El artesano, el orfebre, el escritor.
“La casa del autómata” es la historia de un encargo, un deber, una amistad, un reto y una herida por la que respira la verdad. Una historia escrita con estilo y acento que transporta al siglo XVIII como una máquina del tiempo. Si acaso me perdí entre los laberintos de sus explicaciones mecánicas. Tan sólo en esos momentos le pedí al amigo que abreviara, pasara rápido hasta un nuevo punto en el que volviera a escucharlo con interés.
Pero muy por encima de esos laberintos mecánicos Carlos tiene el talento para hacernos sentir la calma y la humedad, el calor y el frío, la enfermedad y el silencio. Nos traslada a un tiempo perdido en el que desaparecen todas las urgencias del presente. La vida se transforma y surgen otras unidades de medida y valor, otras formas de expresión. El tiempo, la palabra y la escritura recobran su trascendencia y el amor toda su primacía. Y nos habla de ciertas cosas que no han cambiado en dos siglos y que nunca cambiarán: la vanidad humana, la envidia y la soledad, los prejuicios, la ignorancia, la miseria, las diferencias sociales y los ecos devastadores de la guerra. Y otras cosas que, por suerte, permanecerán siempre: la amistad, el dolor de las despedidas, la comprensión y el recuerdo.
Carlos Parrilla nos enseña la capacidad que tiene el hombre de transformar, crear y destruir. Hacer surgir de algo inanimado algo que refleje la vida. El valor que encierra un objeto: un muñeco de madera y alambre o unos pliegos de papel encuadernados. De los secretos que están detrás de algunos actos que juzgamos extravíos. La duda de si somos todos, en cierta manera, autómatas. Y la certeza de que los sentimientos son lo único que nos diferencia de las máquinas y la necesidad de recordarlo y dejarlo por escrito.

Carlos Parrilla Alcaide. “La casa del autómata”. Junta de Castilla y León, 2009.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Fotografías de Binéfar
















Esta serie es parte de mi retrato personal e incompleto de Binéfar. Un verano de hace cinco años. Con cámara analógica y escaneadas.
En http://andan-dos.blogspot.com/ podeis ver las de José Luis. Mucho mejores que las mías.




sábado, 26 de diciembre de 2009

Poemas para Laura

Cero.-

¿Por dónde empezar?

Quizás por todas
las hojas que he roto
borracho de nada
hasta llegar aquí.
Por todas las noches
que tu eco invisible
se ha quedado despierto
viviendo en el techo
de mi habitación.
Por todas las horas
los días en blanco
tachando los verbos
conjunciones en futuro
primera persona del plural.

¿Hasta cuándo?
¿Hasta dónde?
¿Para qué?

No lo sé.

Viaje de ida y vuelta,
líneas equidistantes,
bala de plata, somníferos
y vasos sin carmín.

Las margaritas se han quedado sin pétalos
y un lado de la cama sin deshacer,
el cenicero lleno de interrogantes
y el calendario sin verano,
primavera, otoño y abril.
Y el teléfono decorando el silencio
y mis ojos naufragando en él.

Poema de Jorge del Frago

La imagen es del grandioso fotógrafo portugués Rui Palha



lunes, 21 de diciembre de 2009

Poemas para Laura

Dos.-

Seguramente
no sirva de nada,
que tan sólo esté dando
vueltas en círculo,
órbita terrestre
alrededor de ti.
Que sirva tan sólo
para aborrecerme,
embarrancar,
quedarme clavado
en el mismo lugar.
En el último día,
la última noche,
el día siguiente
después de ti.

Poema de Jorge del Frago.

Fotografía de Sigfrido González.

http://www.flickr.com/photos/sifro/

viernes, 18 de diciembre de 2009

Exposición de José Joaquín Beeme






Pasión por las cosas bellas

Esta velada está dedicada a un amigo, José Joaquín Beeme, y es siempre hermoso poder hablar de una persona que nuestro corazón ha clasificado entre los amigos. La concordancia, la simpatía, la comprensión que estalló de inmediato entre nosotros, fue ciertamente favorecida por nuestro origen mediterráneo, siendo él español y yo siciliano. Ambos proveníamos de dos realidades que, históricamente, tienen mucho en común: los españoles han dejado su huella en la mentalidad y en las costumbres sicilianas, al igual que los árabes, que han estado tanto en Sicilia como en España. Las raíces compartidas han ayudado a que nos entendiéramos sin demasiadas palabras, haciendo que nuestra relación adquiriese un espesor tal, que se diría que tiene orígenes lejanos en el tiempo.
No es casual que su casa en Angera se llame La Torre degli Arabeschi, el mismo de su aventura editorial-artística, que trae a las mientes las bellísimas construcciones que los árabes han dejado en España. Un signo, una arquitectura que me unía a él, como tantas otras cosas: la comunidad de educación, de latitudes, el pasado que llevamos encima. Había, pues, muchas razones para que la amistad echase a andar con sencillez y naturalidad, incluso muchas ideas en común, que nos permiten pensar que aquélla preexistía antes de nuestro encuentro, como si estuviese en el orden de las cosas.
José Joaquín vino a Italia en 2002, proveniente de Zaragoza, para enriquecer la oficina de publicaciones del Centro Comune di Ricerca que la Unión Europea tiene en Ispra. Italia se ha convertido en su segunda patria y, como buen ciudadano, ha empezado a regalarle los dones de su inteligencia. En estos años no sólo ha estrechado lazos de humanidad, sino que ha dejado traza de su vena creativa en muchas publicaciones que aquí han visto la luz. Recordaré su dirección artística para la asociación Altre Latitudini; los libros-cedé de la serie Il Fiore meraviglioso, tres hasta ahora, editados por la Asociación Nacional de Partisanos, que recogen testimonios de la Resistencia en el Lago Mayor; el libro editado con motivo del 150º aniversario de las Cerámicas de Laveno...
José Joaquín es un personaje poliédrico, pero su cifra estilística está ligada al aspecto gráficoinventivo. Tras titularse en Leyes, siguió cursos de cinematografía enderezando un doctorado en Historia del Cine (de hecho, el Séptimo Arte comparece en sus libros, come sucede siempre que en la vida perseguimos algo con pasión y deleite). Durante muchos años, luego, antes de venir a nuestro país, colaboró en la casa editorial Unaluna —ahora la lleva su hermano— en los planos gráfico y literario.
No todo cuanto ha producido está presente en la Villa Frua, por razones expositivas: considérenlo como una degustación de su obra. Ama estudiar, maquetar, estructurar los textos, y, al igual que otros pocos en Italia como Casiraghy, con su Pulcinoelefante, que también ha expuesto en este atrio, tiene la pasión por los libros de arte, elaborados artesanalmente, uno a uno, en número limitadísimo (no más de 30 ejemplares).
Todavía se apasiona por las cosas hermosas, refinadas, por los materiales usados, por las sensaciones que ofrece la materia misma. Como podrán ver, no hay un librito que se repita o que use los mismos ingredientes. Sus obras son un desafío a la inventiva, una girándola de invenciones gráficas, de colores, de ideas que se realizan: un mundo visto como a través de un caleidoscopio.
Pero no se trata sólo de inventiva; también de pensamiento, reflexión, poesía, porque muchos libros presentan fragmentos de conocidos escritores y también de sus propios textos. En pocos años, han salido de su sombrero de mago casi un centenar de obras, agrupadas en distintas colecciones.
Las vitrinas, ay, “disecan” su trabajo, porque cada libro debería hojearse lentamente, ser observado en sus mínimos detalles, para captar plenamente la idea que lo vertebra y que él desea expresar. Por eso, José Joaquín ha recogido en los cuadros las ilustraciones que figuran en el interior de muchos de los libros.
Termino con un ejemplo. Naufragios es la historia de una persona que, habiendo elegido un barco por casa, ha creado en torno a ella un halo de misterio y de leyenda, una vida marcada por grandezas y desventuras. Cada fotografía se acompaña de poesías (Pavese, Kavafis, Pesoa, el propio Beeme) cuya misión es instaurar entre imágenes y textos una íntima relación, una iluminación. La foto de portada se presta a dos lecturas: el ‘náufrago’ encerrado en su embarcación, capullo donde rumia el tiempo ido, y un hombre cuyos ojos parecen lanzar, con resignada melancolía, un hilo de unión con la especie humana.
Ojalá la inventiva y el estro creativo de José Joaquín Beeme sigan donándonos estos pequeños, preciosos objetos de arte.

Giuseppe Musumeci
Profesor de Literatura e historiador.


Daniel Sancet Cueto publica un cuento infantil

EL ESCRITOR Y CANTANTE DANIEL SANCET CUETO PUBLICA UN CUENTO INFANTIL


17 de Diciembre de 2009.-

El escritor aragonés Daniel Sancet Cueto, también conocido como cantante y compositor del grupo de rock Insolenzia, acaba de ver publicada su última obra: Diaño de Alagón y el medallón robado.
Se trata de un cuento infantil editado en un lujoso formato y en el que Daniel Sancet Cueto comparte autoría con el ilustrador Edu Flores. En él se narra la primera aventura de Diaño, un curioso personaje que llega a Alagón con el objetivo de hacer el bien. La intención es que la historia continúe con más aventuras de Diaño, siempre ambientadas en la localidad zaragozana de Alagón, y en todas ellas se trabajará por la educación en valores.
El pasado viernes 11 de diciembre fue presentado el libro en la Biblioteca de Alagón donde intervinieron los dos autores y Daniel Sancet Cueto leyó el cuento a los numerosos niños presentes.
El libro se puede comprar en librerías o por Internet mandando un correo electrónico a info@impresionesquimericas.com

MÁS INFORMACIÓN

ACR PRODUCCIONES
acr_producciones@insolenzia.es

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Poemas para Laura

Uno.-

Debería alquilar
tu cuarto vacío,
partir
mi cama en dos
mitades perfectas,
acantilado sin puentes;
a un lado
yo,
al otro
insalvable el silencio.
Debería
barrer los rincones,
abrir el desagüe
y hacer una lista
con todos tus defectos.
Disparar
dentro de mi habitación
cohetes de yoduro de plata;
equivocarme
al marcar tu número
y olvidar,
desde hoy,
algunas fechas concretas.
Sí.
Cualquier excusa es buena
para continuar odiándote;
escribir tu nombre y tacharlo,
escribirlo y tacharlo.

Poema de Jorge del Frago

Fotografía de Ana Navarro
http://www.flickr.com/photos/26736169@N02/

jueves, 10 de diciembre de 2009

Miedo

Supongo que se trata de eso. Que la lectura produzca algo. Provoque una reacción. Así que debo reconocer que apenas llevaba cincuenta páginas leídas y sentí el deseo de salir a la calle con un magnum del 44 en la mano y pedirle a un par de tipos que me alegraran el día. Convertirme en justiciero y limpiar de basura las calles.
Pero en cuanto me dí cuenta de que mis manos no estaban diseñadas para aplastar pájaros dejé de montarme películas y la realidad me soltó un golpe bajo y profundo. De esos que te dejan doblado y sin respiración. Y entonces sentí miedo. Pánico. Terror. Me dí cuenta de mi completa indefensión. De mi debilidad. Pensé que estamos en campo abierto frente a depredadores despiadados y voraces. Y que si te encuentras frente a uno suplicarás piedad y saldrás huyendo con los pantalones mojados. Y correrás a encerrarte en tu cuarto y levantarás una barricada tras la puerta. Temblando con cualquier ruido en el pasillo.
“Látex” no es un mero entretenimiento. No es sólo un thriller trepidante. “Látex” es la dolorosa constatación de una amenaza que vive a nuestro lado. Que a diario jugamos a la ruleta de la fortuna sin saberlo. Basta con ver cualquier telediario.
Siete personajes son suficientes para construir un universo salvaje dentro de un barrio. Un violador, psicópata, sádico y asesino. Mujeres víctimas, mujeres maltratadas. Una niña débil y anoréxica. Un adolescente –único testigo- que se encierra asustado en su habitación. Y el líder de una pandilla de delincuentes menores de edad.
Y como escenario un garaje como el de tu casa; un parque como el de enfrente de tu casa: bloques de pisos y calles de barrio como en el que vives; y todo lo que se esconde detrás de lo que parece de lo más corriente y normal.
“Látex” es un recipiente donde puedes ver flotando el aceite sobre el agua sucia. Por un lado lo visible, lo público. Por otro lo oculto, lo que no vemos, todo de lo que no somos conscientes. “Látex” trata aspectos sociológicos como la anorexia, la violencia machista, las peleas clandestinas, los hikikomori, las pandillas, la cara y cruz de internet, y la violencia en formato noticia que nos asusta durante dos minutos y luego olvidamos.
Y por otro trata aspectos humanos. El destino, la mala suerte, el pasado y sus marcas, el miedo, el deseo, la venganza, la injusticia, el placer, la locura, el valor, la amistad y la vida secreta.
Me pasé la novela con la boca abierta. Atraído, asombrado, enganchado, asustado. Tanto como para dar gracias de mi existencia vulgar, pedir con egoísmo que continúe mi buena suerte y sentirme mezquino por eso. “El infortunio es una caca blanda en la suela de una zapatilla: por más que intentas quitarla, sólo sale con cuchillo”
“Látex” te hará sentirte indefenso. Los monstruos tienen forma humana y pueden cruzarse en tu camino. Sabes que es verdad y darás gracias de que tan sólo sea una novela. Pero, si alguna vez tienes que defenderte y quieres salvarte, nunca dejes las cosas a medias.

Míchel Suñén. “Látex”. Onagro Ediciones. Zaragoza, 2008.

martes, 8 de diciembre de 2009

Exposición de Jose Anoro en SoHo




Zaragoza, 5 de diciembre de 2009
SoHo 1994 - 2009

El próximo jueves 10 de diciembre, a partir de las 8:00 p.mp, celebramos quince años de Diseño, Arte y Amistad con una Fiesta en SoHo.

Presentamos:

Monkeybiz – Bead to Bead
Muñecas y animales con estructura de alambre y algodón recubiertos completamente por cuentas de colores. Piezas artísticas elaboradas mayoritariamente por mujeres negras de estrato social muy bajo en los suburbios de Ciudad del Cabo. De este modo, además de recuperar una técnica tradicional africana, el trabajo de cuentas, se ofrece un medio de vida a un grupo de población muy necesitado.
Las piezas son únicas y cada una de ellas viene etiquetada reflejando el nombre de la persona que la ha realizado. Monkeybiz, con toda la modernidad y fuerza del arte africano ha sido objeto de exposiciones en Oslo, en la tienda de Donna Karan en Nueva York, en Sotheby's en Londres, etc.

Township – Suburbios.
Autor Jose Anoro, 2009
Exposición de fotografías realizadas en el corazón de Monkeybiz. Jose Anoro viajó a Ciudad del Cabo en Noviembre de 2009 para conocer a fondo la realidad en la que surge y se desarrolla Monkeybiz:.
La exposición consiste en 10 fotografías en blanco y negro de gran formato.


Funambulistas en la ciudad.
Autora: Susana Vacas, 2009
Exposición de la obra más reciente de Susana Vacas. Obras de pequeño formato, delicadas y sugerentes. Paisajes urbanos habitados por seres volátiles y mágicos, transparentes, casi inxistentes.

Se servirá la “tapa” sudafricana Skilpad elaborada por Sofía Callén .

Montaje, diseño gráfico, música y audiovisuales:
entre3 arquitectos y Sara Fernández.


OS ESPERAMOS


ZURITA 13 50001 ZARAGOZA +34 976 23 80 63 www.sohozaragoza.com






miércoles, 2 de diciembre de 2009

Anonimia

El tema es viejo. Conocido. Y volverá a repetirse mañana. Tal vez dentro de diez años, con una nueva generación. Tal vez el año que viene, el próximo junio, cuando acabe el curso universitario. Siempre habrá alguien sintiendo el vértigo de lo que es irrecuperable.
Es como esa escena que todos conocemos. Una sala de cine. De repente la proyección se corta. Se acaba. Se encienden las luces y una voz por megafonía nos dice que la película ha terminado y que abandonemos el local climatizado. Salimos a la calle y es pleno invierno. O hace un calor que no deja respirar. Y nos ponemos a caminar sin saber a donde ir. Tropezando. Desorientados. "El desengaño es una fase cruel de la existencia".
“Gente cercana” tiene la virtud de conseguir reconciliarme con mi reflejo. Con los fracasos, con lo perdido, con el muro de la realidad. “Gente cercana” habla de alguien que conozco, de una historia que conozco bien: “Estudiar una carrera para nada. Tener la sensación de haber perdido el tiempo. Estudiar una carrera y trabajar de otra cosa”
“Gente cercana” me reconcilia con mi pasado y con aquellos trabajos temporales que se convertían en la única perspectiva. Y toda aquella gente que conocí y volvió a cruzarse en mi camino para enseñarme que de aquel tiempo no queda nada. “Gente cercana” me confirma algo que sospechaba y que nunca me atreví a mirar de frente: que lo más difícil empieza después, cuando se acaba la fiesta y todos se van y te dejan solo y la casa sucia y vacía. Y te toca ponerte a recoger, tirar a la basura los platos rotos, poner todo en orden e intentar limpiar las manchas que nunca se irán. Que la vida está hecha de pequeñas historias que se acumulan igual que los billetes usados de autobús en tu bolsillo.
Diego Marín nos cuenta esas historias de una forma cercana, sencilla y reconocible. Diego es ese tipo que está de pie a nuestro lado en el pasillo del probador sujetando siete prendas mientras su novia se prueba una y se mira en el espejo.
Diego Marín crea un personaje que me reconcilia con mis dudas. Con las de alguien que escribe poemas y relatos y se avergüenza de escribir. Diego me descubre a César Simón y me recuerda un verso de Jaime Gil de Biedma que me impide tirarme cada noche por la ventana. Ese personaje –da igual si es autobiográfico o no- me ayuda a no sentirme solo. Porque él pensó por algún tiempo que nada merecía la pena. Me recordó todo el valor que en aquella época -antes del desengaño- tenían la amistad, la música y el cine. Películas donde agarrarse. Canciones donde agarrarse, libros, biografías, poemas donde agarrarse fuerte después para no caer.
Diego me reconcilia con mi anonimia, mi insignificancia, mi vulgaridad. Las pasaremos putas. Pero pasaremos de pantalla. A esa sombra le gusta asustarnos. Acojonarnos. Es nuestra y sin embargo le encanta vernos sudar. “Gente cercana” me ha enseñado que en un duelo a muerte no se trata de desenfundar y ser el más rápido sino que simplemente hay que saber que tu sombra no es más que una bocazas apuntándote con una pistola de fogueo.

Diego Marín A. “Gente cercana”. Xordica Editorial. Zaragoza, 2009.