viernes, 29 de abril de 2011

Pura diversión

Si no supiera quién es Roberto Malo escribiría una carta al editor de esta novela preguntándole si es el hijo de alguien. O el novio de la hija de alguien. O el pseudónimo tras el que se esconde alguien.
Si no supiera quién es Roberto Malo pensaría que el editor le debe un favor enorme (tal vez le salvó de morir ahogado en la playa el verano pasado) y que por eso ha publicado esta novela.
Si Roberto Malo no fuera Roberto Malo pensaría que es un sinvergüenza, un bromista, un caradura.
Pero sé quién es Roberto Malo (el auténtico) y sé que es cuentacuentos, actor de teatro, ameno animador sociocultural, comediante, escritor, y un tipo que le da sentido a la palabra buen humor.
Si yo fuera crítico hubiera tirado este libro a la piscina que no tengo. Y si tuviera dieciséis años lo hubiera guardado debajo del colchón y hubiera tenido recurrentes fantasías con las ilustraciones de Abraham Pérez y con un capítulo en concreto. Si no tuviera cuarenta años habría incluso tomado nota y me hubiera comprado un tarro de miel y una botella de leche. Hubiera aprendido a hacer nudos marineros.
Si Roberto Malo no fuera Roberto Malo pensaría que esta novela es el guión de una película porno. El disparate calenturiento de un adolescente. Una secuela de American Pie. El paraíso de los salidos. El sueño de Andrés Pajares sin Fernando Esteso: un club nudista repleto de tías buenas.
Pero como conozco a Roberto Malo empecé el libro sabiendo dónde me metía y con la seguridad de que iba a divertirme. Y empecé a hacerlo desde el principio con la escena del ascensor estropeado en un rascacielos y el protagonista subiendo por las escaleras los pisos de uno en uno por orden alfabético. Y con los niños bromistas –e hijoputas- del primero E. Y con el acoso disparatado –y digno de Benny Hill- de una vecina jamona con hambre de hombre atrasada desde hace tres años. Y con el surrealismo culminante de un cartel en una puerta que ponga: LUIS GÓMEZ, ASESINO PROFESIONAL. Y encima de su mesa una placa regalo de sus colegas, que reza AL MEJOR ASESINO. Y la aparición de un coche que habla y se llama señor Ruiz. El hermano de Kitt, el coche fantástico, a la española.
Pero este “Asesinato en el club nudista” nos descubre entre su absurdo divertimento la discriminación humana, la eugenesia; una selección de la raza que desprecia a los gordos. Convierte un hotel de vacaciones en la casa de Gran Hermano, nos descubre con humor a un tipo listo y cínico, a un tipo con suerte y cuenta una historia en la que hay que prestar atención a los detalles, a las puertas que no se cierran, a los ojos que se vendan para no ver y a las armas de plástico y madera que desaparecen en el fondo del mar. A los favores que se deben y se devuelven con otro favor por odio.
Roberto Malo es, simplemente, un tipo feliz. Un tipo que no pretende nada más que divertirse y hacernos reír. Roberto no cambies nunca.

Roberto Malo. “Asesinato en el club nudista” Ediciones Nalvay. Teruel, 2011.

jueves, 28 de abril de 2011

En un lejano país

Creo –y esto es sólo una suposición- que un libro de relatos debe dejarte con ganas de más. Debe dejarte con hambre y no con una sensación de empacho; de digestión pesada, agotador banquete. Supongo –y esto es otra intuición- que Pablo Lorente ha querido reunir en un solo libro todos los relatos que ha escrito desde el año 2004. Y seis años dan para mudar varias veces de piel. Creo –y de eso estoy seguro- que no es labor del lector trillar, espedregar un libro. Y que es injusto pedirle al escritor que realice esa dolorosa tarea de auto-amputación; dividir a sus hijos en guapos y feos. Que debe ser el editor el que coja la tijera y pode, corte las ramas y le de el tamaño y la forma exacta. Y creo –con timidez- que este libro hubiera resultado perfecto seleccionando los relatos. Porque sus doscientas treinta páginas dan para dos libros. Uno redondo, pleno; y otro de cara B.
Porque hay en esta compilación de largo recorrido una serie de relatos unidos por la coherencia temática y la intensidad. Y el primer pleno en el centro de la diana se presenta en “Alamín”, relato que nos enseña el germen de la literatura cruzada de Pablo. Su acierto que se repetirá más tarde y muchas más veces. La de personajes y paisajes, la de escenario y narración; la conjunción entre decorado, acción, tramoya y sentimientos. Espejo que, de forma mágica, no esconde las arrugas ni las canas. Reflejo de esa tierra de nadie y de los seres humanos que la habitan, lugares de paso y nacionalidad; vida y huellas, huida, muerte, recuerdos, verdades y mentiras. Lugares en los mapas que no conocemos y que sin embargo existen y están habitados. Que forman parte, aunque no lo creamos, de nuestra civilización de felicidad.
La narrativa de Pablo, la más acertada y admirable, la que gana cuando nos hiere, está en esos Relatos desde ninguna parte basados en hechos reales que se nutren de la historia moderna y de sus actores protagonistas, sus extras anónimos, vivos y reales. Documental, remake literario que transcribe la vergüenza colectiva reciente, las heridas sin cerrar y las nuevas que se abren cada día bajo este cielo que ya no se quema, sólo se apaga.
Esos relatos son un mapamundi intuido desde las páginas de un periódico o la pantalla de la televisión. La mayoría pasamos la página y cambiamos de canal; Pablo, sin embargo, nos obliga a mirar. Hay algo de ensayo, de testimonio, de crítica a esta sociedad, a este mundo global y enfermo. Hay mucho de periodismo literario, de narración desnuda y sin artificios, de observación. Pablo nos recuerda que el mundo gira y nos enseña sus pústulas. Pablo pide la palabra desde su indignación y denuncia nuestro rápido olvido, nuestra indolente comodidad, nuestra avariciosa frivolidad. Pablo detiene los relojes; escribe con rabia, ironía, realismo y piedad. Escribe los cuentos de “Érase una vez en un lejano país” que resulta ser el nuestro. Esta corteza terrestre en la que nos movemos sin aflicción; un lugar cruel y plastificado en el que nos olvidamos de las personas, de su dolor y soledad latiendo a unos pasos de nuestra casa, a unos kilómetros en coche, a unas horas de avión.


Pablo Lorente Muñoz. “Relatos desde ninguna parte” Editorial Eclipsados. Zaragoza, 2010.

martes, 26 de abril de 2011

"Detrás de las sonrisas", la novela de Ignacio Díaz, teatralizada.

El miércoles, 27 de abril, a las 19:30 horas, en el bar El Sol, en la calle Blancas, nº 4, de Zaragoza.
Con la colaboración de Luna Azul Teatro, Irene Grasa, Rocío Gatell, Luis Bruna y Luis Trébol.

domingo, 24 de abril de 2011

Un relato de Pedro A. Moscatel

Mi mejor amigo

Publicado en “El heraldo de Aragón”, 13 de Marzo de 2010
Crimen pasional en Loma del Jiloca. El homicida, un antenista de veintitrés años de edad, se entregó ayer viernes a las dependencias policiales de la localidad tras acabar con la vida de su pareja, una joven estudiante de dieciocho años de edad. El agresor, que alega locura transitoria, la mató a golpes utilizando para ello un objeto contundente todavía por identificar. Como medida cautelar, el joven ingresará en el penal psiquiátrico de Nuestra Señora de la Piedad.

Carta de Manuel Ardesa a Antonio Resillas
Le comunico el ingreso de don Francisco Armendes en el centro de La Piedad por instancia judicial. Así como el cuidado y la tutela del paciente, es nuestro deber acometer un examen diagnóstico del mismo, presentando así un completo informe de gran relevancia para el auto legal. Queda pues el paciente bajo su tutela, Dr. Resillas. Y recuerde: debe usted diagnosticar su enfermedad si la hubiere; absténgase de elucubrar en su informe sobre el delito en cuestión.

Diario personal del Dr. Resillas
Lunes 15 de Marzo.
Mañana nos traen al nuevo paciente, el que mató a su novia. A veces odio mi trabajo. He investigado sobre el caso en la red, pero la verdad es que apenas hay información. Me temo que de nuevo querrán que decida si el chico sabía lo que hacía mientras la mataba. De modo indirecto, quieren que les diga si es culpable o inocente. Hoy odio mi trabajo.

Diario médico del Dr. Resillas
Martes 16 de Marzo
El nuevo paciente, Francisco, presenta síntomas de un fuerte shock emocional. Parece alejado de la realidad, en absoluto consciente de su grave situación. Procedo a administrar tratamiento estándar.
Viernes 19 de Marzo
Francisco continúa en estado de shock. Procedo a doblar la dosis.
Martes 23 de Marzo
Ante el interés demostrado por los poderes oficiales, procedo al empleo de la hipnosis con el paciente Francisco Armendes, siendo imposible cualquier otro modo convencional de comunicarse con él.

Transcripción de la grabación realizada por el Dr. Antonio Resillas durante la sesión de hipnotismo realizada a Francisco Armendes [extracto].
[…]
-¿Cuál es tu nombre?
-Paco. Paco Armendes.
-¿Edad?
-Veintitrés.
-Hoy es viernes, doce de Marzo de dos mil diez. Vuelves de trabajar. ¿Qué ocurre cuando llegas a casa?
-Pilar me está esperando. Me sonríe y me besa.
-¿Ella vive contigo, Paco?
-No. Tiene una copia de las llaves, pero suele dormir en casa de sus padres.
-Entras en casa. ¿Qué ocurre?
-La mesa está puesta. Hay velas, y servilletas rojas. Me ha dado una sorpresa porque quiere decirme algo muy importante.
-¿Qué es eso tan importante, Paco? ¿Qué tiene que contarte Pilar?
-Dice que no irá a la universidad, que se quedará aquí conmigo. Que no se irá a Madrid.
-Cuéntame cómo te sientes.
-No quiero que se vaya, quiero que se quede. Pero no quiero que deje sus estudios.
-¿Quieres a tu novia, Paco? ¿Quieres a Pilar?
-Sí
[Llantos]
-De acuerdo, todo está bien Paco. Te encuentras tranquilo, relajado. Las preocupaciones desaparecen. Cuéntame qué ocurre a continuación.
-Discutimos porque yo le pido que vaya a Madrid. Ella dice que lo pensará. Me abraza y la beso en el cuello. Le desabrocho la camisa, y ella me desabrocha el pantalón. Después…
-Ha pasado una hora. Dime dónde estás.
-Salgo de la ducha y me visto. Nos estamos arreglando para salir con los amigos.
-¿A dónde iréis?
-Al bar de Manolo. Es el padre de Pilar.
-Háblame de Manolo. ¿Te llevas bien con él?
-Es amigo de mis tíos, me trata como a un hijo.
-¿Y qué le parece tu relación con Pilar?
-Le parece bien, quiere que nos casemos. Quiere que yo trabaje en el bar.
-Háblame de tus padres. ¿Dónde están?
-Muertos.
-Cuéntame cómo fue el momento en que supiste que tus padres habían muerto.
-No lo recuerdo.
-El paciente parece haber bloqueado un recuerdo traumático. Francisco, relájate. Voy a contar hasta cinco, y cuando chasquee mis dedos, volverás al momento en que conociste la muerte de tus padres. Uno… dos…
-No
-…
[…]
-Pilar y tú entráis en el bar. Cuéntame qué ves.
-Están todos mis amigos. Gerardo, Lucía, Jesús, Javier… Juan llega tarde. Viene contento porque la lluvia le ha pillado de camino. Siempre lleva paraguas, aunque haga sol. Es un paraguas muy feo, con rayas blancas y negras.
-El paciente menciona por encima la presencia de sus amigos mientras que por otro lado ahonda en esta persona, Juan. Paco, háblame de Juan.
-Siempre está mirando a Pilar. Creo que la quiere para él.
-¿Sientes celos de Juan?
-Sí.
-¿Es tu amigo?
-Sí.
-¿Le aprecias?
-Sí.
[…]
-Pilar y tú os vais a casa. Cuéntame qué ocurre.
-Juan ha bebido demasiado. Le llevo en mi coche.
-¿Pilar también va?
-Sí. Le dejamos en su casa y vamos a mi piso. Cuando llegamos, Pilar se da cuenta de que ha olvidado el bolso en el bar. Tenemos que volver. Me dice que coja el paraguas y las llaves…
-¿Paco?
-El paraguas y las llaves…
-Te sientes relajado y adormecido, Paco. Cuando cuente hasta tres…
-¡No existe! ¡No existe!
[ Ruido de forcejeo]
-¡Seguridad!
-¡No existe!

Extracto del informe referente al estado mental del paciente Francisco Armendes realizado por el Dr. Antonio Resillas y depositado ante Manuel Ardesa, director del centro psiquiátrico de Nuestra Señora de la Piedad el día 29 de Marzo de 2010
[…]Presentando así claros síntomas de una aguda esquizofrenia paranoide. Tras el simple gesto de coger el paraguas y las llaves de su coche, el paciente cayó de pronto en la cuenta de que “Juan”, una invención de su mente, no era sino una reprimida parte de su personalidad. Llegó a esta terrible conclusión al darse cuenta de que el “feo paraguas a rayas blancas y negras” era en realidad suyo, y de que era imposible que hubiesen acompañado a su ficticio amigo a casa ya que, como yo mismo comprobaría más tarde, su vehículo era biplaza. El trauma provocado por esa repentina revelación muy bien podría explicar el violento episodio de ira que se saldó con la muerte de su pareja. […] Incluso sometido a hipnosis, la memoria del paciente en cuanto a la muerte de Pilar Revilla se encuentra férreamente bloqueada, así como sucede con la probablemente traumática defunción de sus padres en su temprana adolescencia. […]

Publicado en “El heraldo de Aragón”, 4 de Abril de 2010
Aparece muerto en su celda el tristemente famoso “asesino del paraguas”. Según fuentes oficiales, el homicida se suicidó ayer 3 de Abril, siendo la asfixia causa de la muerte. Sin embargo, ciertos trabajadores anónimos del centro en que se le recluía, aseguran que el paciente se encontraba en una celda vigilada de alta seguridad, las cuales están perfectamente acondicionadas para evitar éste tipo de incidentes, no explicándose así como pudo el psicópata acabar con su vida.

Diario personal del Dr. Resillas
12 de Mayo de 2010
Manuel, el director del centro insiste en que descanse durante un tiempo. Cree que el “suicidio” de Francisco Armendes me ha afectado más de la cuenta. La verdad es que todavía me persigue la macabra imagen de aquel joven antenista muerto en su celda, su hinchada lengua fuera de la boca, su amoratado rostro transfigurado en una horrible mueca de terror. Es imposible que se suicidase, es imposible que lo matasen. Yo mismo he visto las grabaciones de seguridad, yo le he visto dejarse morir, como si de algún modo hubiese sido capaz de dejar voluntariamente de respirar. Pero eso no es posible. Nadie puede vencer el instinto de supervivencia. Alguien tuvo que acabar con Francisco. De lo contrario, la única explicación que encuentro es que el joven halló un modo de suicidio que no llegamos a entender.
14 de Mayo de 2010
Apenas duermo. Ayer Teresa se fue de mi lado. Dice que no volverá mientras yo no vaya a trabajar. ¿Y cómo podría hacerlo? ¿Cómo podría volver a aquél terrible lugar, al escenario de la muerte de Francisco Armendes? Jamás pondré mis pies en aquél lugar, no de nuevo.
18 de Mayo de 2010
Anoche soñé otra vez con la muerte de Pilar. En la piel de Francisco, viví aquella maldita noche de nuevo, y todavía siento en mi interior el terror y la desesperación que sin duda le invadieron al descubrir la verdad, al descubrir que aquella persona, aquel amigo de juventud no era sino una invención de su mente.
21 de Mayo de 2010
A menudo en mi imaginación veo el ojeroso rostro de Juan, que me busca y me persigue. Otras veces, sin embargo, aparece en mis sueños riendo y tratando de divertirme. Siempre lleva su paraguas.
25 de Mayo de 2010
Manuel Ardesa ha telefoneado hoy. Finalmente ha accedido a despedirme. Ha sido bastante breve, aunque me ha parecido intuir algo de lástima en su voz.
10 de Junio de 2010
Escribo esto con la esperanza de que alguien halle este diario. Mi tiempo se agota. Buscad a Juan. ¡Buscad a Juan de Guzmán!

Publicado en “El heraldo de Aragón”, 13 de Junio de 2010
Aparece muerto en los alrededores de Loma del Jiloca Antonio Resillas, doctor en psiquiatría y antiguo trabajador del centro de Nuestra Señora de la Piedad. Todo apunta a que el ilustre doctor pudo haber caído del barranco bajo el que fue encontrado despeñándose accidentalmente, siendo las múltiples contusiones motivo de la muerte. Éste lugar, “el barranco de las hayas”, ya se ha cobrado la vida de dos lugareños en lo que va de siglo. El anterior, Juan de Guzmán, murió ahogado tras ser sorprendido por un desprendimiento causado por la tormenta en el verano de dos mil seis.[…] Quienes hallaron al doctor, siendo el día de su desaparición un día claro y soleado, todavía no se explican el curioso hecho de que junto al cadáver se encontrase un viejo paraguas a rayas blancas y negras.

Texto de Pedro A. Moscatel
que acaba de publicar su primera novela “El rebaño del lobo”
http://loboletras.blogspot.com/

Fotografía de Rafael Ricoy
http://www.flickr.com/photos/ricoy/

lunes, 18 de abril de 2011

Disfrutando como un niño

Sí, ya sé que este es un libro para niños, pero eso es sólo lo que aparentemente es.
Mis dos hijos mayores, Carmen y Rafael, leyeron a trompicones las palabras y disfrutaron más de la historia dibujada que del texto. Los dibujos les servían de guía, de explicación y complemento para seguir y comprender la historia.
Pero los dos disfrutaron mucho más cuando se lo leí yo en voz alta haciendo las entonaciones y las pausas, teatralizando la lectura y señalando los dibujos. Haciendo comedia. Leer juntos un cuento es un momento mágico que no tiene precio. No sé que será del futuro, dónde y cómo acabará todo. Pero yo los voy guardando en una librería esperando que ellos algún día los recuperen. Y con los cuentos una parte de nosotros.
Y sí, “La madre del héroe” es un libro infantil que yo luego he leído a solas y que he disfrutado como un crío. Porque hay detalles de ironía y humor que a un niño de verdad se le escapan y no entiende y que a un adulto le hacen sonreír, reírse a carcajada limpia. Porque esta es la historia de un caballero… ¡y de su madre! Por eso Roberto Malo y Francisco Javier Mateos se lo han dedicado a todas las madres.
Se reirán con el texto al contárselo a sus hijos, se reirán al leerlo a solas. Y estoy seguro de que dentro de algún tiempo, esos niños, convertidos en adultos, sonreirán al leerlo muchos años después.
Se reirán con esa madre que acompaña a su hijo –un famoso espadachín- a ver al rey. Una madre que le regaña por llevar las botas sucias y la capa arrugada, que presume de que su hijo es el más guapo, que se tropieza al hacerle al rey una reverencia y se cae al suelo, que acompaña a su hijo a una peligrosa misión en la frontera y ya de paso, como les viene de camino, visitan a su tía Lucía. Que le prepara un bocadillo de tortilla para el viaje porque ¡a saber que comerás tú cuando andas por ahí solo! Que se enfrenta a un ogro hambriento y huérfano y que derrota al caballero negro por haber llamado mequetrefe a su hijo.
Y he disfrutado como un niño con las ilustraciones de Marjorie Pourchet. Porque son recortables articulados de un escenario diminuto. Porque cuentan lo que no dice el texto. Porque son el complemento que participa del humor de la historia. Porque dibujan a la madre planchando la capa de su hijo, limpiando el polvo de sus botas con un plumero y tendiendo su ropa recién lavada, incluida la espada. Caminando junto a él colgada de su brazo. Cosiendo remiendos al traje del ogro; llevando al caballero negro derrotado de la mano como a un niño perdido. Con sus bosques de árboles rojos, sus telas estampadas de flores, su duende verde de nariz postiza y Caperucita Roja haciendo un cameo dibujado.
Y sí, claro que yo he sonreído y me he enternecido con este cuento porque yo también tengo madre. Y la imagino así, acompañándome, preocupándose por mi aspecto, abochornándome, entrometiéndose en mis asuntos y salvándome de cualquier peligro.

“La madre del héroe”. Texto de Roberto Malo y Francisco Javier Mateos. Ilustraciones de Marjorie Pourchet. OQO editora. Pontevedra, 2011.

viernes, 15 de abril de 2011

Jekyll&Jill y Miguel Ángel Ortíz Albero

Un día me esperaba a mí mismo

El poeta Guillaume Apollinaire, paseante de las dos orillas, y a caballo siempre entre el orden y la aventura, retornaba en enero de 1915 al 38.º Regimiento de Artillería de Campaña de Nîmes tras unos días de permiso. En el compartimento del tren que había tomado en Niza, mal amado como siempre había creído él de sí mismo, conoció a la joven que habría de convertirse en la imagen de su deseo durante los días más crudos de las trincheras. Una intensa relación epistolar, tierna como el recuerdo, tierna como la propia Madeleine, sirve para edificar los cimientos de un amor ideal que permite a Guillaume sobrellevar el horror de la guerra, pero que se derrumbará, según dicen, cuando una esquirla de obús se aloje en el interior de la cabeza del poeta y una estrella de sangre lo corone para siempre.

Un día me esperaba a mí mismo propone, entre la realidad y la ficción, retomando el relato cotidiano de los hechos y los terribles, aunque hermosos, poemas de las trincheras, recrear esa historia de palabras y silencios que, entre Madeleine y Guillaume, se tejió y destejió en los ramales de esa guerra cuyo horror apenas nadie puede narrar. Aunque, tal vez, esa historia de amor, como un poema de guerra inacabado, nunca llegase a destejerse del todo.

Sea como fuere, esta novela construye un texto trenzado, al modo de un entramado de materiales dispersos, que permite ofrecer una visión, desde lo poético siempre, del horror de la guerra y de la belleza del amor. Las cartas, las reflexiones, los poemas, los objetos cotidianos o las fotografías componen un álbum que es el retrato de Guillaume, también el retrato de Madeleine, pero, sobre todo, el detallado retrato de un modo de concebir la vida y la existencia, el amor y la poesía, siempre a caballo entre el orden y la aventura.

Miguel Ángel Ortiz Albero (Zaragoza, 1968).

Se licenció en Historia del Arte mientras trabajaba como actor en una compañía profesional de teatro. Durante años ha formado parte del grupo de artistas plásticos «ecrevisse», con quienes ha expuesto collages, cajas e instalaciones. Ha escrito piezas teatrales, algún relato, colaboraciones para prensa, guiones para tebeos y textos para catálogos de exposiciones.
Se ha ganado también la vida como profesor de Historia del Arte, trabajando temporalmente para un periódico de su ciudad, vendiendo libros o como haya podido, según los tiempos.

Ha escrito y le han publicado los libros de poemas Cuaderno azul de la distancia (Ed. Zambucho/Corral, Madrid 1999), Donde comienza el desorden (Lola Editorial, Zaragoza 2001), Cuaderno de la sal en la mirada (Ed. Aqua, Zaragoza 2005. Primer Accésit en la I Edición del Premio de Poesía de la Delegación del Gobierno en Aragón-Cajalón), Sbattimento, notación para un “libro de las sombras” (Ed. Diputación Provincial de Zaragoza, Zaragoza 2006. XX Premio Isabel de Aragón, Reina de Portugal), Algunas palabras para las desapariciones (Ed. Eclipsados, Zaragoza 2008), Nombrar el lugar, decir silencio (Ed. PUZ, Zaragoza 2009) y Troupe (Olifante Editorial, Zaragoza 2010). También el libro Bajo un centenar de cielos (Ed. Libros del Canal, con el apoyo de la Diputación General de Aragón, Zaragoza 2003), ilustrado por su hermano, el dibujante Álvaro Ortiz, y la novela La herida es el comienzo (Ed. Comuniter, Zaragoza 2010).
Pero, ante todo, pasea y observa.

Jekyll & Jill editores http://jekyllandjill.blogspot.com/

Miguel Ángel Ortíz Albero http://ortizalbero.blogspot.com/

miércoles, 13 de abril de 2011

Siempre es todavía

Quizás el argumento de “Marta” sea peligrosamente típico: el reencuentro, treinta años después, con el primer amor de juventud. El pasado idealizado, el primer sentimiento puro y su rescoldo -candente aún- enfrentándose al presente imperfecto y su corteza lunar. La ruleta de la vida y sus imperfecciones e insatisfacciones; su tedio; contra la deflagración y la materialización del recuerdo perfecto. La rutina y su lluvia ácida frente a un revulsivo, un contraveneno, el antídoto más eficaz.
La historia no es original; entonces, ¿dónde está la diferencia? Pues la diferencia está en quién y cómo lo cuenta. La diferencia está en Víctor Juan. En contar una historia que otros han contado antes y no caer en el amaneramiento. El mérito de Víctor Juan está en que conoce el valor, la fuerza de las palabras. En saber elegir, en saber escribir con las palabras que sirven para recrear y entender el mundo, explicar los sentimientos o para mostrar la belleza.
La historia típica es la parte de telenovela, la parte de bolero. Pero Víctor Juan nos recuerda la parte de verdad, la parte íntima que esconden la letra de esos boleros y esas canciones de amor en los que la vida es eterna en cinco minutos. Porque “Marta”, sí, nos habla del primer amor y su incombustibilidad, de su reencuentro en el instante preciso y en el momento adecuado; del seísmo, la erupción que provoca; pero no como un melodrama sino como la puerta que se abre y hace entrar la luz iluminando un interior vacío. Pero lo más importante de esta historia de amor atemporal no es el lugar común, no es cambiar un nombre por otro y quedarse en el mismo lugar, no. Esta novela es una autoafirmación. El descubrir el yo individual, lo que somos cada uno, lo que queremos hacer con nosotros mismos. Recuperar el interés y la ilusión, tener algo que esperar, algo que desear.
Y es también un homenaje a Zaragoza. A sus calles, a el Tubo de la infancia y sus portales oscuros, y, sobre todo, a la orilla del Ebro, a su paisaje en extinción. Y es también la coherencia y la valentía del hombre que no se vende. Del hombre sin ambición, sin deudas, sin necesitar más que lo necesario, lo que de verdad importa. Vivir sin desear nada. Y es una novela contra la corrupción política, el dinero y la vanidad humana.
Víctor Juan (falso cantante de boleros) nos obliga a mirarnos, a enfrentarnos con lo que tenemos y lo que nos falta; a lo que hemos perdido, en lo que nos hemos convertido. Porque llegada cierta edad la desilusión se hace una enfermedad degenerativa. Resignarse era vivir como si todo pudiera posponerse para la vida eterna. Tenemos el compromiso con la alegría, la obligación de la felicidad. Ése es el único imperativo con el que nacemos.
La íntima verdad es que todos necesitamos esa ilusión. La íntima verdad, la absoluta e innegable verdad es que se hace necesario buscar esa ilusión y atraparla. Raptarla, capturarla sin posibilidad de rendición. No claudicar, no pensar que ya no hay nada que hacer, que no merece la pena asumir riesgos, buscar, seguir intentándolo. Que siempre es todavía.

Víctor Juan. “Marta”. Editorial Eclipsados. Zaragoza, 2010.

martes, 12 de abril de 2011

lunes, 11 de abril de 2011

Poema de Ramiro Gairín

Es igual dónde estemos. La música se enrosca, hay ancianos comiendo, los espejos reflejan exacta nuestra imagen. Hay algo de misterio, la belleza da miedo porque pende del tiempo. Por no sé qué motivo comparamos los precios. Según qué ropa compren parecerán normales. Los veremos felices.

La gente se elige o es escogida; se imagina elevada. Genera desperdicios y recuerdo. Los besos son monedas que cambiar por billetes, premios devaluados, son descargas eléctricas quizá cuando no cuentan. Y luego se terminan. Desnudarse es la forma de roncar, la forma de inspirar normalidad. Aquí va todo bien.

No importa dónde queda la mano por la noche. Somos una ciudad tu mano y yo, cercada por millones de ciudades que construyen los otros, los demás con sus manos. ¿Cuántos habrán dormido con su mano así puesta, en posición idéntica, con la misma intención? ¿Cuántos importunaron al mundo al otro día? ¿Cuántos creyeron beber del sexo de la noche?

Somos afortunados, sin embargo. Como la mayoría. Tenemos un lugar, del que movernos es como arrancarnos. Una puerta y un número. El nombre del lugar, que nos enseña: admirad los prodigios, y evitad las miserias.

Texto de Ramiro Gairín de su poemario en prosa “El mar en el buzón” finalista del premio “Isla de Siltolá”.
Fotografía de Ramiro Gairín que seleccionó "El Mundo" en su edición digital en el 125 aniversario del Puente de Brooklyn.

jueves, 7 de abril de 2011

Un poema de Marisa Lanca

ACERCA DE MIS AMANTES

[V]

Me gusta mirar la nieve
pero con los pies fríos
no sé esperar.
Arrímate a mis latidos
escucha cómo hierve
el deseo
y pon tu peluca de lana
sobre el metal
del cenicero.

Poema de Marisa Lanca

de su libro “Acerca de mis amantes” publicado en Cartonerita Niñabonita

martes, 5 de abril de 2011

Presentación de "Pintar de azul los días laborables" de Ramiro Gairín

Mañana, miércoles, 6 de abril, a las 20 horas, en la FNAC de Plaza España, Ramiro Gairín presenta su poemario "Pintar de azul los día laborables".

viernes, 1 de abril de 2011

Rotación inversa

Tienes una pestaña en el pómulo.
Fabrico una amarga sonrisa al verla. ¿Te acuerdas de aquel juego? Aquella intimidad al acercarme y pedirte que cerraras los ojos y te quedaras quieto. Esa orden que ahora resulta un ruego macabro. Acercarme y oír tu respiración, el leve temblor de tus párpados y tu piel al sentir mi contacto. Atraparla con cuidado entre la pinza de los dedos para no pellizcarte. Buscarla pegada en la yema del índice y decirte que abrieras los ojos. Mostrártela como el ingrediente secreto de un antídoto mágico. La llave maestra de un sortilegio. Y entonces decirte, con una sonrisa de cuento infantil, que pidieras un deseo y luego soplaras muy fuerte, con todas tus fuerzas. Si la pestaña se despegaba el deseo se cumpliría.
¿Te acuerdas?
Luego yo te preguntaba qué habías pedido, y tú, siguiéndome el juego, me decías que no podías; que los deseos, para que se cumplan, no pueden decirse. Y yo fingía que me enfadaba y tú me abrazabas y me decías que habías pedido que te tocara la lotería, y yo te decía que eras idiota porque al haberlo dicho ya no se cumpliría, y tú me decías que conmigo ya te había tocado el premio con bote; y yo sonreía y te llamaba mentiroso, y tú me besabas y yo…
¿Te acuerdas, verdad?
Era un juego de niños y nosotros lo hacíamos siempre aunque ya hubiéramos cumplido los cuarenta. Un juego inocente para pedirle deseos imposibles al futuro, para conjurar el destino adverso; hacer trampas olvidándonos de las líneas de la mano, sus islas, cortes y fracturas. Un juego cuando todavía existían los pozos, las fuentes y las monedas; las velas y las tartas de cumpleaños. Y nosotros jugábamos siempre por si acaso fuera posible; porque no teníamos nada que perder y sí quizás un deseo que conseguir.
¿Te acuerdas, verdad?
Claro que te acuerdas.
Tienes una pestaña en el pómulo. Me acerco hasta dejar el calor de mi aliento quemando tus párpados. La atrapo entre la pinza de mis dedos sin notar los gestos mecánicos de tu respiración ni el temblor de tu piel a mi contacto. La contemplo pegada en la yema del índice y miro tus labios lívidos, tu inmovilidad absoluta. Llave maestra de un sortilegio, antídoto mágico. Pido en voz baja un deseo sencillo; un ruego; un imposible, una mentira: la rotación inversa de la tierra; la vida retrocediendo veinticuatro horas atrás.
Y cerrando los ojos soplo con todas mis fuerzas.

Texto de Jorge del Frago

La extraordinaria fotografía es de Carlos Martín http://www.flickr.com/photos/20992810@N03/