miércoles, 13 de febrero de 2013

Un cuaderno de hule



El rescate de la figura de Manuel Chaves Nogales y su novela sobre la Guerra Civil “A sangre y fuego” nos devolvió el nombre de la Tercera España. “De mi pequeña experiencia personal, puedo decir que un hombre como yo, por insignificante que fuese, había contraído méritos bastantes para haber sido fusilado por los unos y por los otros”. Chaves Nogales “pequeñoburgués liberal” huyó del Madrid republicano. Su deserción la pago entonces con el exilio voluntario: “Se paga caro, desde luego. El precio, hoy por hoy, es la Patria. En el siglo XXI no pertenecer a ningún bando no sale tan caro, pero tampoco sale gratis; se paga con la indiferencia. Pero eso es algo de lo que hablaré después.
La reaparición de esa Tercera España me devolvió una vieja curiosidad olvidada. Y una de las ventajas de esta época digital es poder buscar u obtener información sin salir de casa. Basta con escribir en un buscador y obtener el premio: http://laterceraesp.blogspot.com.es/Y el primer nombre que aparece en esa lista era un completo desconocido para mí: Luis Lucia.
Su historia resulta absolutamente estremecedora. Fue encarcelado por unos y por otros. Los republicanos lo encarcelaron por derechista y católico, el franquismo por traidor y haber declarado su fidelidad a la República.
Y los comentarios a esa entrada me llevaron hasta este libro: “En tierra de nadie”, escrito por Rafael Esteban Silvestre. Una excelente novela corta que recupera un episodio en la vida de Luis Lucia cuando, al estallar la Guerra Civil huye de Valencia y se esconde en la falsa (buhardilla) de un Mas del Maestrazgo. Durante los meses de ese ocultamiento escribió en un “cuaderno de hule” la memoria de su huida y sus temores antes de entregarse a un grupo de milicianos que registraban la casa. Ese cuaderno, muchos años después, acaba en las manos de José María Gil Robles, compañero y jefe político de Luis Lucia.
“En tierra de nadie” se mezcla realidad y ficción; pero eso es lo de menos. El encarcelamiento por partida doble de Luis Lucia fue trágicamente cierto. Rafael Esteban se basa en esa estremecedora verdad para recrear lo que Gil Robles pudo sentir al leer el cuaderno y lo que Luis Lucia pudo escribir en él. Y aunque la novela tiene un inicio narrativamente trastabillado se recupera rápidamente al expresar los pensamientos de Gil Robles y aquella paz que no fue posible. El recuerdo doloroso de una época: “Luis era partidario de mantener la paz a cualquier precio. Muchos, Pablo Iglesias no fue ajeno a esto cuando amenazó con pasar por las armas a Maura, se desviaban hacia la violencia”. “No nos dimos cuenta, el viento presagiaba lo que se iba a desatar, estaba escrito en la historia de nuestro país, y no nos dimos cuenta”, y el destino del amigo: “Ni perdonado por unos, ni comprendido por otros. Como otros, Luis pagó por todos. Sí, les podía haber pasado a muchos. Pero Luis, ingenuo o simplemente bueno, no dio el paso definitivo cuando otros abandonaron una nave que se hundía, pues venía haciendo aguas desde tiempo atrás”.
Reconstrucción de una huida caminando por el inclemente paisaje del Maestrazgo. Reconocimiento de la belleza que hay en la dureza de su paisaje. Lugares que para Lucia suponían el horizonte de su infancia.  
 Reconstrucción de los pensamientos de un huido que abandona a su mujer y a sus hijas; a su hijo mayor haciendo el servicio militar en Valencia; el temor a represalias, su desamparo. “No sé a quién temo más, si a los revolucionarios que han tomado las calles y arman al pueblo, o a los africanistas con los que ya alguna vez me enfrasqué hace ya trece o catorce años a raíz de la guerra de Marruecos”. El miedo y la humillación de un hombre escondido, las dudas y el examen de conciencia de un fugitivo. La certeza de su derrota gane quien gane: “Yo, por mucho que pudiera ampararme en mi condición de diputado en un hipotético arresto, no dejaba de ser católico militante, líder derechista, hasta no hace tanto tiempo tradicionalista, y no podía caer en manos de activistas revolucionarios. Por otro lado, era oficialmente rojo, ex ministro de la República a la que me había adherido por medio del telegrama que envié desde Benicasim el día que comenzó la sublevación. No se me perdonaría, y tanto si me atrapaban unos como otros, acabaría mal. Tierra de nadie, pues, exilio forzoso, extranjero en mi propio país”.
Reconstrucción que además de ser narrativamente concisa y brillante tiene un mérito extraordinario. Porque lo que cuenta Rafael Esteban no resulta –paradójicamente- de un interés mayoritario. Porque la opinión y ficción que más vende por escrito y de palabra de esa época es la de un maniqueísmo en blanco y negro, la de una Arcadia feliz que no existió, en la idealización a posteriori de algo que fue imperfecto. Y el mérito de Rafael Esteban y la recuperación de Luis Lucia es el de no caer en lo subjetivo ni en lo tendencioso. De aquella época aciaga, triste y terrible lo único que merece la pena resucitar es esa Tercera España que no pudo ser, que entre unos y otros no hicieron posible. Ese es el único ejemplo que merece la pena novelar.
Y es curioso –y también triste- que esta “Tierra de nadie” resulte ahora útil y precisa. Que hoy, ahora mismo, resulte una novela esclarecedora. Porque hoy, todavía, esa Tercera España es minoritaria. Y que nadie me mal interprete, no estoy haciendo propaganda de ningún partido político. Me refiero a esa indiferencia con la que se paga hoy en día al que no milita en ningún bando.
Y es que te das cuenta de que esa Tercera España no pudo ser entonces por lo mismo que hoy se margina al que no practica el sectarismo de alguna de las dos orillas. Ahora muchos manifiestan públicamente y sin pudor su fanatismo, la violencia verbal, el escarnio, el insulto que rezuma el odio y su larva eclosionada. Y si no te sumas a ninguno de esos bandos, si no firmas manifiestos, sales en la foto o le das al “me gusta” lo que ganas es la indiferencia. No es buen negocio estar en medio, en ninguna parte, no ser la novia de nadie. No ser de ninguno no te traerá el reconocimiento de tu independencia. Es mejor ser de un color. Si formas parte de uno de los grupos no estarás solo, tendrás el aprecio de unos para defenderte del desprecio de los otros. La palmada en el hombro, la sonrisa del compañero.
Porque lo que se critica, lo malo, lo injusto, el escándalo está siempre en la otra acera, en el otro bando. Los que nos indignamos o sentimos vergüenza de los dos somos una minoría. Son muchos más los que sonríen con una mueca tenebrosa de alegría y triunfo ante la caída de los otros. Los que insultan a los del bando contrario por delincuentes pero callan de los del suyo. Los que convocan manifestaciones en una sede y exigen dimisiones ajenas. Los culpables siempre están enfrente; la verdad en mi casa, bajo mi bandera.
“En tierra de nadie” es un título muy apropiado. Una novela elocuente. Por Luis Lucia y sus dos carceleros. Para ver con más claridad el pasado y lo que fue. Para sentir, sin miedo, vergüenza del presente. En que es preferible la soledad de vivir en tierra de nadie al refugio de uno de sus bandos.   
  
Rafael Esteban Silvestre. “En tierra de nadie”. Comarca del Maestrazgo, 2007.

La Tercera España el magnífico –y tristemente desconocido- blog de Fernando Álvarez Jurado.