Que María Frisa es una extraordinaria novelista ya lo sabía. Y este “El Cuarto Círculo del Infierno” me lo ha confirmado plenamente. Y en su favor tiene la conclusión de un análisis objetivo: su impecable factura. Y en su contra la percepción subjetiva, los gustos personales de cada uno, y en este caso los míos, que no pasan habitualmente por las novelas de intriga policiaca y mucho menos por las que mezclan Iglesia Católica, esoterismo, sectas secretas, asesinatos, pasado y religión. ¿Secuela oportunista a la sombra del éxito millonario, moda, reto necesario, exigencia del mercado? No sé si esta novela de María es original o una copia buena o mala porque no he leído (ni pienso) otras novelas de este tipo, por lo que este círculo del infierno supone mi estreno en este género y la pérdida de mi inocencia. Y tal vez el descubrimiento de mi ignorancia o de mis limitaciones.
En su favor y de una manera objetiva e incuestionable tiene el mérito de revelarme a una escritora capaz de cambiar de registro, de haber escrito una novela completamente diferente a la anterior. Y eso es mucho para empezar. Y si además la novela tiene una estructura original que consiste en la simbiosis del pasado y el presente en capítulos alternos, una impecable ambientación y un desarrollo narrativo que te lleva a vivir la investigación de unos asesinatos con una tensión mantenida y ascendente que te engancha con la necesidad de conocer al asesino y descubrirlo, seguir leyendo esperando que lo capturen y llegar a la sorpresa final que cambia todo lo que nos había hecho creer hasta entonces. El mérito de María para llevarnos en paralelo por la historia antigua y la contemporánea. La Roma del siglo XVII con sus Papas poderosos, despiadados, avariciosos y corruptos; las religiones, la filosofía y la ciencia, Copérnico, Dante y Aristóteles, el arte (ars longa, vita brevis) la escultura y la arquitectura, la ciudad eterna de aquella época y la inquisición y sus procesos; con imágenes de la tortura que resultan terribles y dolorosas. Documentación, rigor y estudio para construir una historia junto a la imaginación, habilidad y talento del novelista.
Leer teniendo otro tipo de sensaciones. De película de cine, superproducción en pantalla grande, literatura de entretenimiento que cubrirá todas las expectativas de los aficionados a este género y que se merece no pasar desapercibida por sus méritos, a la misma altura, en la misma mesa de los autores traducidos a cuarenta idiomas. Evangelios agnósticos, autos de fe, cruz ansada, libros en copto, asesinatos rituales, sectas, criptas y pasadizos secretos, reencarnaciones, crímenes múltiples sin huella, transmigración del pasado en el presente y dos policías –un hombre y una mujer- dispuestos a descubrir al culpable y algo sobre ellos mismos.
Y yo que en mi gusto subjetivo busco otros caminos dentro de lo superficial. En lo que María también me deja y por lo que me seduce. La rebelión ante la injusticia, el débil frente al poderoso, la genialidad y sus frustraciones, la inútil vanidad, la envidia y sus mecanismos, el fanatismo y su falsedad; el error y el dolor, el valor y la fidelidad; la gnosis, la búsqueda del conocimiento y el saber, hallar el sentido de la vida y de la muerte; la revelación, las respuestas que están dentro, en nosotros mismos; junto a nosotros, al alcance de nuestra mano.
En su favor y de una manera objetiva e incuestionable tiene el mérito de revelarme a una escritora capaz de cambiar de registro, de haber escrito una novela completamente diferente a la anterior. Y eso es mucho para empezar. Y si además la novela tiene una estructura original que consiste en la simbiosis del pasado y el presente en capítulos alternos, una impecable ambientación y un desarrollo narrativo que te lleva a vivir la investigación de unos asesinatos con una tensión mantenida y ascendente que te engancha con la necesidad de conocer al asesino y descubrirlo, seguir leyendo esperando que lo capturen y llegar a la sorpresa final que cambia todo lo que nos había hecho creer hasta entonces. El mérito de María para llevarnos en paralelo por la historia antigua y la contemporánea. La Roma del siglo XVII con sus Papas poderosos, despiadados, avariciosos y corruptos; las religiones, la filosofía y la ciencia, Copérnico, Dante y Aristóteles, el arte (ars longa, vita brevis) la escultura y la arquitectura, la ciudad eterna de aquella época y la inquisición y sus procesos; con imágenes de la tortura que resultan terribles y dolorosas. Documentación, rigor y estudio para construir una historia junto a la imaginación, habilidad y talento del novelista.
Leer teniendo otro tipo de sensaciones. De película de cine, superproducción en pantalla grande, literatura de entretenimiento que cubrirá todas las expectativas de los aficionados a este género y que se merece no pasar desapercibida por sus méritos, a la misma altura, en la misma mesa de los autores traducidos a cuarenta idiomas. Evangelios agnósticos, autos de fe, cruz ansada, libros en copto, asesinatos rituales, sectas, criptas y pasadizos secretos, reencarnaciones, crímenes múltiples sin huella, transmigración del pasado en el presente y dos policías –un hombre y una mujer- dispuestos a descubrir al culpable y algo sobre ellos mismos.
Y yo que en mi gusto subjetivo busco otros caminos dentro de lo superficial. En lo que María también me deja y por lo que me seduce. La rebelión ante la injusticia, el débil frente al poderoso, la genialidad y sus frustraciones, la inútil vanidad, la envidia y sus mecanismos, el fanatismo y su falsedad; el error y el dolor, el valor y la fidelidad; la gnosis, la búsqueda del conocimiento y el saber, hallar el sentido de la vida y de la muerte; la revelación, las respuestas que están dentro, en nosotros mismos; junto a nosotros, al alcance de nuestra mano.
María Frisa. “El Cuarto Círculo del Infierno” Onagro Ediciones. Zaragoza, 2011.
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