viernes, 3 de diciembre de 2010

Una lectura de "Cambio de planes", por María José Auría Labayen

Cambio de planes es una serie de doce relatos. Unos están teñidos por la melancolía y dejan al lector con el alma encogida. En otros se destila una ironía y una comicidad ante la que esbozamos como poco una sonrisa. Ante nuestros ojos pasa toda una galería de sentimientos familiares generados por los encuentros y los desencuentros, los engaños y los desengaños, los silencios y la palabrería, los abandonos y los reencuentros, siendo estos últimos, irremediablemente, fuentes de frustración y de dolor. Sin embargo, al lector no le está permitida una lectura complaciente, en la seguridad de pisar terreno conocido, porque los impulsos más oscuros y de consecuencias nefastas también están presentes. A veces expuestos sin tapujos y a veces intuidos, aparecen entremezclados el odio, el desprecio o la crueldad llevada al extremo, todos ellos igualmente humanos y reconocibles pero raramente reconocidos.

Las historias se suceden y se leen con gran facilidad, algo que agradecen muchos lectores como yo. Ahora bien, al llegar al final, sentí la necesidad de volver a empezar otra vez, y otra, y otra, de embarcarme en una búsqueda, adivinando más planos y más significados. Y es que cuando uno lee obras como Cambio de planes, necesita y quiere tiempo para ver, igual que los ojos que han estado en la oscuridad necesitan tiempo para adaptarse a la luz y los que han estado a la luz necesitan tiempo para descubrir las formas ocultas en la penumbra.

La luz en Cambio de planes es mucho más que una metáfora de la lectura. Es un elemento recurrente, esencial y lleno de simbolismo. El otro elemento articulador que no deja de asomarse es la palabra. En seis de los relatos el elemento principal es la luz y la ausencia de luz y en los otros seis es la palabra y su ausencia.

La luz aparece de formas diversas: radiada (la luz del sol) y absorbida (la imagen de una fotografía o de un plano televisivo, que capta la luz que emana del objeto/sujeto de la imagen); natural y eléctrica. Pero también es la luz brillante de la risa y de la sonrisa y la luz pálida de la nostalgia. La luz del espejismo o de la imagen que permanece suspendida, colgada de nuestra retina después de un fogonazo, después de la luz que hiere. Es la luz de la venganza de la protagonista ausente sobre el marido presente de “Sopa de letras” (“sí, señor, lo había hecho por joder”) y la de la venganza de la mujer abandonada en “Lo que cuenta la mano cortada” cuando reduce la imagen del marido que no volverá a una silueta, a un vacío oscuro en la fotografía y luego enciende las llamas que consumirán los recortes. A veces, los dos tipos de luz coinciden en el mismo relato, como en “Año Nuevo”, donde el cambio de la reconfortante luz de las velas por la luz del televisor es el preludio de un final inesperado.

Otro elemento articulador de los relatos es la palabra. La palabra ausente del padre que no quiere seguir hablando del pasado. La palabra esencial y desconocida: el nombre. Lo que no se puede nombrar, no existe. Lo que no se puede nombrar no se puede conocer ni poseer, de allí la angustia del que no puede hablar a la persona amada, o ni siquiera decir su nombre porque lo desconoce, o la de la víctima que grita en vano el nombre de su verdugo. El silencio que se cierne entre la madre abandonada y el hijo, en su soledad, frente a la verborrea incontenida del marido, solo, ante el enigma de una sopa de letras. La palabra comida y la palabra escrita en el informe médico.

Cambio de planes es una obra que dice más de lo que hay escrito, que sigue sugiriendo más allá del tiempo que dura su lectura, que se lee con una facilidad engañosa porque disfraza el buen hacer literario bajo un manto de aparente sencillez. Y que consigue sorprender al lector convencido de que, después de tantas palabras leídas a lo largo de su vida, poco hay que le pueda resultar nuevo.

María José Auría Labayen

4 comentarios:

Luis Borrás dijo...

Muchas gracias, María José.
Muchas gracias, Emilio.
Un cordial abrazo.
Luis Borrás

David Moreno dijo...

Tendré en cuenta este "Cambio de planes".

Un saludo indio

JALOZA dijo...

Excelente reseña, muy interesantes las reflexiones planteadas.

¡Y qué bien lo pasamos ayer en la presentación!

sifro dijo...

Magnífica reseña María José !!....la suscribo punto por punto. Saludos desde Huesca para todos/as ;)