martes, 9 de febrero de 2010

Conocimiento del medio

Seguro que mañana todos hablan bien de ti. Seguro que dicen lo bueno que eras. Buen padre, buen marido. Cariñoso y leal. Buen hombre que a mí me jodió la vida. Me amargaba la existencia de lunes a viernes. Me dejaba los fines de semana hundido en la resaca. La herida pudriéndose al aire, sin cerrar nunca. Maldiciendo el porvenir.
Seguro que tú vivías como si nada. Buen padre. Buen hombre. Seguro que tú eras feliz. Mientras que yo deseaba morirme. Acabar. Terminar. No sufrir más.
Seguro que mañana todos sienten mucho tu pérdida. Y recuerdan tus virtudes. Tu enorme corazón. Y yo recuerdo tu cara hinchada de ira. Tu continuo espiarme, mirar qué hacía o dejaba de hacer. Revolver entre los papeles de mi mesa, mirar de reojo el reflejo de la pantalla en el cristal. Pasar el antivirus por mi ordenador, humillarme delante de los demás. Controlar el tiempo del café. Y el tiempo que me pasaba en la puerta fumando después de comer. ¿Te acuerdas, verdad? Seguro que ahora te acuerdas bien.
Seguro que mañana todos se preguntan porqué. Seguro que lloran por ti y nadie piensa en mí. En esta fuerza brutal que ahora me permite someterte, inmovilizarte mientras el alambre que rodea tu cuello no te deja respirar. Mientras pataleas, agitas los brazos y tu boca parece un desagüe atascado. Tu lengua el apéndice enfermo de un reptil sediento.
Sientes la desesperación. La angustia. Te estás rompiendo las uñas intentando arrancar, librarte del alambre que te está quitando la vida. Te gustaría que todo fuera mentira. Pero no lo es.
Intentas gritar y te encuentras con mis ojos en el espejo retrovisor del coche. Sí, soy yo. Me ves sonreír mientras te ahogas lentamente. Te hundes, te asfixias, te falta el aire para vivir. Te sientes igual que muchos días me he sentido yo. Cómo tú me hacías sentir. Ahora lo entiendes, ¿verdad? Ahora ya es tarde. Ahora mando yo.
¿Me estás odiando, verdad? Lo veo quemando tus ojos. Pudriendo tus entrañas, tu aliento animal. Apoderarse en silencio de tu voluntad.
Mírame. ¿Me estás odiando, verdad?
Bienvenido al infierno.

Texto de Jorge del Frago.

Fotografía de Rafael Ricoy
http://www.rafaelricoy.com/

5 comentarios:

David Moreno dijo...

Venganza, ¿cruel? ¿justa? de cualquier manera texto intensamente inquietante.

Un saludo indio

eduard blanco dijo...

Bueno, bueno. Conciso, directo y bien relatado. La consumación de la venganza mientras las palabras justifican el por qué.

Mis felicidades cuanto menos.

Miegoiyo

Anónimo dijo...

Siempre he pensado que lo más peligroso es lo más inofensivo. Yo me he reconocido, nunca debí decirte donde trabajo, ni lo que opino de mi jefe. Cuando vengan por mí te chivarás, les darás una pista... upsss... ni debería escribir esto...

JALOZA dijo...

Jojojo... cuánta mala leche escondida. El lado oscuro del contador de historias.

Angeles Prieto Barba dijo...

Mis motivos son mucho más obvios. Yo lo maté porque era de Huesca, como diría Aub. Ja,ja, enhorabuena por el relato.