miércoles, 3 de noviembre de 2010

Playa de invierno

No sé por qué sigo hablando contigo. Por qué sigo dándole vueltas a lo mismo, repitiendo cada tarde las mismas palabras; dejándolas brotar, nacer, volar moribundas entre estas cuatro paredes; caer en picado, estrellarse sin eco ni cosecha; naufragar; ahogarse en tierra de nadie, morir desangradas, febriles, ridículas y absurdas en esta playa de invierno con el sol a mi espalda.
No sé por qué, cada tarde, al volver a casa repito lo mismo. Te hablo y las envío, desnudas y engañadas, a luchar contra el frío; contra el filo afilado de los lugares vacíos; los ásperos huecos de tus huellas visibles; los universos vacantes y los metales sin calor.
No sé por qué, cada día, recurro a ellas y las convierto en condenados, despreciables animales: cucarachas, murciélagos, cigarras delirantes; hormigas ciegas, moscas contra el cristal. Por qué, cada tarde, hago escoria de su carne; migajas, cenizas, restos; súplicas infantiles; dientes de león. Deseo desarmado, aire envenenado, noria de cartón y pan a la intemperie; círculo, viento, nubosidad cerrada; desagüe, chatarra, injerto y germinación.
No sé por qué, cada tarde, sigo hablando contigo. Regreso, quemando las naves, perdiendo batallas, esperando una rendición y una respuesta bebiendo café negro con sal. No sé por qué, cada tarde, en lugar de callarme, desistir, abandonar esta playa y este hemisferio norte, sigo malgastando, apuntalando, pintando las horas en verde limón. Sigo fanático, obstinado y demente, tropezando en la misma piedra; pronunciando las mismas suicidas, gastadas palabras; repitiendo borracheras, juramentos, promesas; monóxido de carbono, resaca y marea, campana de cristal.
No sé por qué, cada tarde, sigo hablando contigo; contemplando tu rostro, severo, inmóvil y mudo; tu hoy de silencio y de agua estancada; tu ahora salado, cosido y cerrado; tu ayer sonriente de pleno verano, agua templada y metales candentes; y la luz de noviembre apuñalando, hincando los dientes, alargando tu sombra hasta sangrar.

Fotografía de Richard Hernández Arrondo
http://www.ricardofoto.es/blog

Texto de Jorge del Frago

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por contar con mi foto para ilustrar este relato. Me ha gustado mucho, e independientemente de que sea mía, la encuentro muy adecuada para ilustrarlo.
Sólo espero que esté a la altura del texto y no lo desmerezca.
Un saludo!