Es verdad lo que dicen de ellos. Eso de que se comen todo lo que les eches.
Ha sido increíble. Lo devoraron todo en segundos, entre gruñidos salvajes de agradecimiento y placer.
Se lo comieron todo sin dejar ni rastro. Tus manos mezcladas con los desperdicios del cubo, el ramo de flores y los bombones con los que pretendías ganarte mi perdón. Todo desapareció en el sumidero de sus bocas.
Ya no tendré que preocuparme por cómo deshacerme de tu cuerpo. Ellos se ocuparán de eso.
Y ahora, cierra los ojos y estate quieto, tengo que prepararles su comida para mañana.
Texto de Jorge del Frago.
Fotografía de Toni Matés
http://www.flickr.com/photos/ouyea/
3 comentarios:
Os-trás... estáis de un terrorífico que da miedo. Ya decía yo que aquel jamón tenía un puntito de amargura.
Pero, ¿qué pasa que a todo el mundo le ha dado por estas maldades? Algunos perderemos la exclusiva de la perversión!!
Muy bueno, Jorge, pero nunca me invites a comer, gracias.
Mañana desayunaré pan con tomaca y una lonchita deliciosa, me pregunto qué parte deglutida de él le dará ese saborcillo, a la vez ácido y picante, que yo tanto deseaba y aún deseo. Enhorabuena, señor Frago, está usted ya como el jamón, !estupendo!
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