jueves, 24 de septiembre de 2009

Era veinte de octubre


Otra vez esta ciudad.
Cierro los ojos. No quiero mirar.
Otra vez de regreso, y esta vez, sin pasar de largo, sin seguir camino al norte y al este; siempre alejándome de ti. Y todos aquellos juramentos de no volver nunca más.
Otra vez estas calles. Y no quiero mirar.
Y pasar junto a una estación que ya no existe. Oír el nombre del último lugar donde te vi. Y no querer mirar. Era un veinte de octubre. Lo recuerdo bien. El tren de las nueve y media y tu abrazo en el andén. Era veinte de octubre. Y no te vi sonreír.
Otra vez estas calles. Y otra vez lo que fue y quebró la distancia. Trescientos veinticinco kilómetros, dos horas y veinte minutos de tren. Era veinte de octubre. Y el teléfono dejó de sonar.
Y a cambio tu carta. Tu letra redonda, hiriente y azul. Diciéndome aquello de yo en esta ciudad y tú en otra, a trescientos kilómetros de distancia, un fin de semana sí, doce días que no. Demasiado lejos, demasiado tiempo sin vernos, demasiada ausencia, demasiados obstáculos para seguir.
Tu carta y mis lágrimas.
Lo recuerdo bien.
Y otra vez estas calles. Diecisiete años y once meses después. Otra vez caminando por esta ciudad. Y todos aquellos juramentos de no volver nunca más. Un millón de habitantes. Una posibilidad entre un millón.
Y sonrío y temo.
Y no quiero mirar.
Y camino con tu nombre deshaciéndose en mi boca. Y camino por estas calles disimulando, distrayendo el dolor. Y otra vez pasando delante de tu portal. Mirando el portero automático. Segundo piso. Letra A.
Y otra vez regresando tu acento. Tu sonrisa. Tu carta y mi dolor. Tu nombre y los días de viento. Seis meses. Septiembre. Otoño y adiós.
Era veinte de octubre. Lo recuerdo bien. Tu nombre. Tu casa y tu portal. El último tren del domingo. Una estación derruida. Y tu último abrazo en el andén.
Y otra vez aquí. Estas calles y tú. Y todos aquellos juramentos de no volver nunca más. Otra vez esta ciudad. Diecisiete años y once meses después. Otro domingo soleado. Tu nombre. Y todo lo que no he conseguido olvidar.
Y otra vez frente a tu portal. Temiendo verte. Volverte a encontrar. Un millón de habitantes. Y una posibilidad entre un millón.
Y otra vez estas calles, recordándote, diciéndome que no. Dejándome bien claro dónde no estaba. Dónde te quedaste tú. Trescientos kilómetros de distancia y el teléfono que dejó de sonar.
Tu carta y mis lágrimas. Tu acento. Tu sonrisa y tu portal. Diecisiete años y once meses. Segundo piso. Letra A.
Una posibilidad entre un millón. Tu nombre viviendo en mi boca. Tu acento, tu abrazo, tu carta y mi dolor.
Era veinte de octubre. Lo recuerdo bien. Una estación derruida y no volviste a llamar. Tu carta y mis lágrimas. Tu letra redonda. Redonda y azul. Demasiado tiempo, demasiado lejos, demasiados obstáculos para seguir. Un fin de semana sí y doce días que no. Diecisiete años y once meses. Y todos aquellos juramentos de no volver nunca más. Y otra vez estas calles y una posibilidad entre un millón. Diecisiete años y once meses. Era veinte de octubre. Y yo sin poderte olvidar.

Texto de Jorge del Frago.

La magnífica fotografía es de Asier Alkorta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

20 de septiembre.. San Domingo.

JALOZA dijo...

Iba a hacer la gracieta de decir que soy el de abajo, que vengo del poema buscando la prosa...

Pero me pongo serio y confirmo la impresión que sentí al ver la forma del texto.

Excelente. Desde hoy, mi texto favorito.

Mi admiración.

Anónimo dijo...

Lo he vuelto y revuelto a leer. La nostalgia, la melancolía, los recuerdos imborrables...

Chapeau.