Como dice la canción del Reno Renardo, “crecí en los ochenta”, y esa es mucha distancia a efectos generacionales, más conceptuales que cronológicos, si te lanzas a comparar Brumarios. Y es por ello, que de no mediar cercanías afectivas, familiares, de no haber vivenciado en primera persona (aunque con ojos de niño-adolescente) las coletillas de todo aquello, seguramente me hubiese quedado con la parte de crónica social, de “Cuéntame”, -como de forma reduccionista se define ahora a la historia de gran parte de nuestro siglo XX-. Pero no es el caso.
Encontrará el lector -y la lectora- (el feminismo de diseño se mide hoy en día por estos detalles), un relato de posguerra y Transición, sí, un retrato sociológico, también. Pero por encima de todo, en él se habla de política, es decir, de teatro, de música, de Cocina -con mayúsculas-, de pasiones. Política también en su significado más literal, política de la buena, de la de entonces. Y en cuanto a hilos conductores, el Brumario es acción, es amistad, es Aragón..., y es recuerdo argumental de desengaños, y de dolidas ausencias; físicas, éticas y morales. El Brumario es, en definitiva, humano. Con sus grandezas y con sus miserias.
El protagonista se descubre, a través del escritor, como un hombre cortés, franco -sin mayúsculas-, honrado. Un personaje lleno de agradecimientos que repartir y recuerdos que compartir. Preocupado por sacar a la luz la intrahistoria (aquella de la que hablaba Unamuno), la de los que no ocuparon en la versión oficial el puesto que merecían, y también de los que la ocuparon durante muchos años, y siguen, disfrazados de demócratas al uso.
Es un texto amable, sí, como el propio Emilio, y optimista en su conjunto (a pesar de todo). En sus páginas se dice mucho –entre líneas más- y la estopa, que haberla hayla, se adorna en magníficos requiebros literarios, que a buen entendedor...
Y para finalizar, un consejo: no pidáis para este texto salsas ni aportes extravagantes. La materia prima, Emilio, es de primerísima calidad, de temporada, y el acompañamiento del autor es notable en cantidad. Vuelta y vuelta es suficiente para obtener un libro de obligada deglución.
Que aproveche.
...Y ahora permitidme que regrese a las cercanías afectivas, familiares, de “la Casa”, y en comedores más personales, comparta con Emilio que la sosegada lectura que hice de su Brumario, tuvo marcada vocación internacionalista, pues fue desgranada en Cerdeña -la tierra de Gramsci y Berlinguer- y finalizada en Malta (dónde siempre se conduce por la izquierda), frente a las costas de ese mar que quisieras para Zaragoza, un 20 de agosto de 2009, a 43 años exactos, más o menos, de todo aquello.
"EL BRUMARIO DE EMILIO" de JORGE CORTES PELLICER.
Encontrará el lector -y la lectora- (el feminismo de diseño se mide hoy en día por estos detalles), un relato de posguerra y Transición, sí, un retrato sociológico, también. Pero por encima de todo, en él se habla de política, es decir, de teatro, de música, de Cocina -con mayúsculas-, de pasiones. Política también en su significado más literal, política de la buena, de la de entonces. Y en cuanto a hilos conductores, el Brumario es acción, es amistad, es Aragón..., y es recuerdo argumental de desengaños, y de dolidas ausencias; físicas, éticas y morales. El Brumario es, en definitiva, humano. Con sus grandezas y con sus miserias.
El protagonista se descubre, a través del escritor, como un hombre cortés, franco -sin mayúsculas-, honrado. Un personaje lleno de agradecimientos que repartir y recuerdos que compartir. Preocupado por sacar a la luz la intrahistoria (aquella de la que hablaba Unamuno), la de los que no ocuparon en la versión oficial el puesto que merecían, y también de los que la ocuparon durante muchos años, y siguen, disfrazados de demócratas al uso.
Es un texto amable, sí, como el propio Emilio, y optimista en su conjunto (a pesar de todo). En sus páginas se dice mucho –entre líneas más- y la estopa, que haberla hayla, se adorna en magníficos requiebros literarios, que a buen entendedor...
Y para finalizar, un consejo: no pidáis para este texto salsas ni aportes extravagantes. La materia prima, Emilio, es de primerísima calidad, de temporada, y el acompañamiento del autor es notable en cantidad. Vuelta y vuelta es suficiente para obtener un libro de obligada deglución.
Que aproveche.
...Y ahora permitidme que regrese a las cercanías afectivas, familiares, de “la Casa”, y en comedores más personales, comparta con Emilio que la sosegada lectura que hice de su Brumario, tuvo marcada vocación internacionalista, pues fue desgranada en Cerdeña -la tierra de Gramsci y Berlinguer- y finalizada en Malta (dónde siempre se conduce por la izquierda), frente a las costas de ese mar que quisieras para Zaragoza, un 20 de agosto de 2009, a 43 años exactos, más o menos, de todo aquello.
"EL BRUMARIO DE EMILIO" de JORGE CORTES PELLICER.
MIRA EDITORES, S.A. 2009
381 páginas. Año y lugar de edición: 2009, Zaragoza.
381 páginas. Año y lugar de edición: 2009, Zaragoza.
Texto y fotografía de Sigfrido González.
4 comentarios:
Gracias de nuevo por todo, Luís...!!
...y lo leo y lo leo, y aún seguiría cambiando cosas....jajaja
abrazos
Dan ganas de leerlo al leer (valga la redundancia) una crónica tan amable y cercana.
Dan ganas de leerlo al leer (valga la redundancia) una crónica tan amable y cercana.
muuuu bien, ahora cuando pase por alli me acordare de este escrito
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