Supongo que muchos las habrán leído sin prestarles atención. Y, sin embargo, yo creo que resultan de gran importancia. Me refiero a las tres citas de la primera página.
Esas tres citas son el resumen de lo que nos vamos a encontrar dentro del libro: Literatura, avisos de derrota y comenzar de nuevo. Todo gira a su alrededor. Su presencia es constante, de una u otra forma, juntas o por separado, explícitas o sugeridas; las tres son el trasfondo, la conciencia y el argumento de estos relatos de Óscar.
El aviso es la advertencia. La derrota, la verdad. La literatura, la forma. Y la esperanza, un lugar donde volver a empezar.
Hay tres historias encerradas en ese círculo. Tres historias de un amor derrotado.
En una de ellas el aviso es una mirada de ojos nublados y un beso frío, colmado de aburrimiento. La derrota es entender que el amor se ha ido y tan sólo nos queda decir adiós.
En otra la verdad es la mentira, el autoengaño, la costumbre. Y la derrota es no verlo, ignorarlo, seguir viviendo en un jardín en el que las rosas se marchitan ahogadas de niebla.
Y en la última, el aviso es ya un recuerdo inservible, la derrota un hecho consumado y comenzar de nuevo es empezar de cero, resistir el invierno y acogerse al refugio de la infancia, cuando el mundo era un lugar sencillo.
Tres historias distintas y una sola forma de contarlo: agarrándose a la literatura como una tabla de salvación.
En estos “Avisos de derrota” hay, además, necesidad, descubrimiento y estilo. Implosión. Dolor. Mar de fondo. Cambio de rumbo. Melancolía.
Necesidad propia, necesidad por la palabra, porque vivir, para Óscar, no puede ser de otra manera más que desde la literatura. Y esa es nuestra gran suerte. Disfrutar del premio escrito de su puño y letra.
Hay descubrimiento ajeno, ilusión por entregarnos, compartir con nosotros la vida de otros: el homenaje a Nelson Marra y Chester Himes, y a todos los escritores presentes en las citas con las que comienza cada relato.
Y hay un estilo personal al que Óscar le es fiel. En un relato nos deja la puerta abierta a la inquietud de lo inexplicable y en otros nos descubre su pasión por el cine, un mundo que se ha convertido en guión de cortometraje, algo en lo que invertir todo su entusiasmo por desenterrar su misterio. Nos confirma su piedad por los débiles, los maltratados hijos bastardos, la locura del desamor, todo el dolor que acaba en una venganza ejecutada con la destreza y rapidez de un pistolero zurdo.
Su generosidad en una línea escondida en el texto para nombrar al amigo ilustrador que viaja con pasaporte falso e inventa artefactos para devolverle la vida a los muertos. Y una denuncia contra la vanidad absurda, la verdad que hay debajo de los hombres sin suerte, la literatura como empeño sin recompensa.
La literatura de Óscar golpea, deslumbra, inquieta. Nos avisa para que huyamos de las tumbas que llevan nuestro nombre. Para que luchemos contra la mentira, el engaño y los sentimientos artificiales y congelados. Para que la inevitable derrota nos lleve hasta la conciencia y la resistencia.
Y es, además, el primer libro que conozco dedicado a un perro, un galgo atigrado, friolero y alegre, que responde al nombre de Karpov.
Óscar Sipán. “Avisos de derrota”. Onagro Ediciones. Zaragoza, 2008. Ilustración y diseño de cubierta de Óscar Sanmartín.
Esas tres citas son el resumen de lo que nos vamos a encontrar dentro del libro: Literatura, avisos de derrota y comenzar de nuevo. Todo gira a su alrededor. Su presencia es constante, de una u otra forma, juntas o por separado, explícitas o sugeridas; las tres son el trasfondo, la conciencia y el argumento de estos relatos de Óscar.
El aviso es la advertencia. La derrota, la verdad. La literatura, la forma. Y la esperanza, un lugar donde volver a empezar.
Hay tres historias encerradas en ese círculo. Tres historias de un amor derrotado.
En una de ellas el aviso es una mirada de ojos nublados y un beso frío, colmado de aburrimiento. La derrota es entender que el amor se ha ido y tan sólo nos queda decir adiós.
En otra la verdad es la mentira, el autoengaño, la costumbre. Y la derrota es no verlo, ignorarlo, seguir viviendo en un jardín en el que las rosas se marchitan ahogadas de niebla.
Y en la última, el aviso es ya un recuerdo inservible, la derrota un hecho consumado y comenzar de nuevo es empezar de cero, resistir el invierno y acogerse al refugio de la infancia, cuando el mundo era un lugar sencillo.
Tres historias distintas y una sola forma de contarlo: agarrándose a la literatura como una tabla de salvación.
En estos “Avisos de derrota” hay, además, necesidad, descubrimiento y estilo. Implosión. Dolor. Mar de fondo. Cambio de rumbo. Melancolía.
Necesidad propia, necesidad por la palabra, porque vivir, para Óscar, no puede ser de otra manera más que desde la literatura. Y esa es nuestra gran suerte. Disfrutar del premio escrito de su puño y letra.
Hay descubrimiento ajeno, ilusión por entregarnos, compartir con nosotros la vida de otros: el homenaje a Nelson Marra y Chester Himes, y a todos los escritores presentes en las citas con las que comienza cada relato.
Y hay un estilo personal al que Óscar le es fiel. En un relato nos deja la puerta abierta a la inquietud de lo inexplicable y en otros nos descubre su pasión por el cine, un mundo que se ha convertido en guión de cortometraje, algo en lo que invertir todo su entusiasmo por desenterrar su misterio. Nos confirma su piedad por los débiles, los maltratados hijos bastardos, la locura del desamor, todo el dolor que acaba en una venganza ejecutada con la destreza y rapidez de un pistolero zurdo.
Su generosidad en una línea escondida en el texto para nombrar al amigo ilustrador que viaja con pasaporte falso e inventa artefactos para devolverle la vida a los muertos. Y una denuncia contra la vanidad absurda, la verdad que hay debajo de los hombres sin suerte, la literatura como empeño sin recompensa.
La literatura de Óscar golpea, deslumbra, inquieta. Nos avisa para que huyamos de las tumbas que llevan nuestro nombre. Para que luchemos contra la mentira, el engaño y los sentimientos artificiales y congelados. Para que la inevitable derrota nos lleve hasta la conciencia y la resistencia.
Y es, además, el primer libro que conozco dedicado a un perro, un galgo atigrado, friolero y alegre, que responde al nombre de Karpov.
Óscar Sipán. “Avisos de derrota”. Onagro Ediciones. Zaragoza, 2008. Ilustración y diseño de cubierta de Óscar Sanmartín.
1 comentario:
Suscribo la mayor parte de las palabras. "El Dios de las camareras" me parece uno de los mejores relatos que he leído últimamente. Pero eso de dedicarle el libro a un perro...
Enhorabuena a Oscar por el libro.
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