Este libro nos habla del importante papel que desempeñan las palabras en la vida y en la vida las palabras. Las palabras verdaderas, las que son pensadas y dichas desde el corazón poseen un alto poder sanador, purificador e incluso iluminatorio… que no debemos menospreciar y del que debemos saber nutrirnos, y ser en todo momento conscientes para que puedan obrar en nosotros ese milagro de abrirnos a la magia de un mundo mejor capaz de transformarnos, de ahí, el hermoso título que el escritor Javier Úbeda ha elegido para su último libro: Senderos de palabras. Porque las palabras, como él ya nos señala, nos ayudan a caminar.
Con las palabras intentamos explicar el mundo que nos rodea y las palabras nos sirven a su vez para ahondar mejor en ese mundo. Y, por otro lado, la realidad también nos llega a través de palabras en enseñanzas que se van transmitiendo a lo largo del tiempo, generación tras generación, y que van dejando en nosotros su poso de marcas imborrables, y luego, inmersos en este recorrido que es la vida, nosotros mismos acabamos tomando el relevo y transmitiendo esas mismas enseñanzas, pero actualizadas, modificadas por nosotros a los demás, al mundo, formando una cadena que parece no tener fin, y, en realidad, es así: ¡no lo tiene!, porque si lo tuviera, simplemente, el mundo no existiría tal y como lo conocemos ni nosotros tampoco.
En este caso, el autor mantiene en todo momento una visión optimista y, fuertemente, vitalista de la vida, pese a los indudables males que aquejan al mundo, eso es innegable y está claro, como pueden ser la pobreza, la violencia, la soledad, la corrupción… De cualquier modo, siempre habrá un resquicio para la esperanza, para el amor, para la amistad y, en general, para la magia de existir y saber disfrutar de la vida, y ese es el principal mensaje que intenta transmitirnos en todo su libro.
De hecho, una y otra vez, el autor se reafirma en la creencia de que podemos salvarnos si tenemos claro lo que, realmente, vale la pena, como dice en algunos versos de su poema “Importan” (…Importan los sueños: trabajar y vivir por ellos / Importan los amigos, su cariño, su apoyo / Importa saberse únicos, valorados y queridos / Importas tú, amada mía…). Todas estas cosas y otras muchas más tienen el poder y el deber de salvarnos o al menos el de ayudarnos a vivir un poco mejor, por eso, el escritor parece que no se cansa nunca de recordárnoslo volviendo una y mil veces sobre estos aspectos para abordarlos desde distintos géneros y desde distintos ángulos o perspectivas -en unas ocasiones estos pensamientos toman la forma de reseñas; en otras, nos llegan a través de relatos o microrrelatos y, algunas de las veces se convierten en poemas, algunos con formas clásicas como el soneto, pero la mayoría en versos libres-, asegurándose así de que el mensaje nos llegue y nos cale hondo.
Este incansable articulista de opinión, crítico literario y escritor de relatos y poemas, como todo buen intelectual que se precie, está convencido del papel activo que desempeña la escritura. De hecho, Javier Úbeda cree que escribiendo se puede cambiar el mundo o al menos contribuir a aportar un poco de luz en sus senderos, incluso en los más recónditos. Por eso, este libro se encarga de recoger la producción literaria llevada a cabo por Javier Úbeda a lo largo de varios años de arduo e intenso trabajo, que van desde el año 2009 al año 2011, ambos inclusive. Y no olvidemos nunca que un escritor escribe siempre pensando un día en el público lector que acabará de cerrar el círculo de la creación, ya que siempre se crea o se escribe para alguien, aparte, claro está, de para uno mismo.
Con Senderos de palabras asistimos, pues, a un libro muy heterogéneo, que consta, de tres partes, claramente, definidas. En la primera, encontraremos siete críticas literarias, pertenecientes a libros que han logrado dejar su huella en nuestro panorama literario como es el caso de las reseñas de Como el río que fluye; El lector; Bartleby, el escribiente o Memorias de África; en la segunda parte, leeremos varios relatos, concretamente, veinte relatos breves, un relato largo y catorce microrrelatos, y en la última parte del libro disfrutaremos de cuarenta poemas, la mayoría de ellos de temática amorosa, aunque tampoco falten otros motivos, ya clásicos, como son el paso del tiempo, la naturaleza, la soledad o la metaliteratura o creación literaria, etc. Y a veces le veremos abordar algunas temáticas que, por lo general, han sido menos tratadas como es el caso de cuestiones de índole social a las que Javier sí que les ha concedido su espacio: el tema del maltrato en “El grito”, el de la indefensión o desprotección en la infancia en “Pido la palabra” o la indigencia en “Sola”. Otras de las historias versarán sobre la minusvalía que aparece en dos de los relatos cortos: “Más de cinco sentidos” y “Con vistas a tu corazón”, o sobre la importancia de la familia en relatos como “Momentos” y “La familia, ese tesoro”.
Mención aparte merece el relato más extenso de todo este libro que lleva por título “Recuerdos”. Se trata de una historia ambientada en la época de la guerra civil y en el posterior periodo de la posguerra, que bien pudiera acabar siendo un día una novela de memorias, no del autor, sino del personaje principal inventado por él, una mujer ya anciana que decide poner por escrito su vida con ayuda de una periodista, Patricia, con el fin de contentar a sus amados hijos. Estamos casi convencidos de que Javier Úbeda tendría que seguir escribiendo esta biografía, y desde aquí le animamos a hacerlo, porque el texto se presta totalmente a ello e incluso reclama esta continuidad para seguir profundizando así en la apasionante historia de esta mujer luchadora, llamada Carolina, pero, de momento tendremos que conformarnos tan solo con el esbozo de unas etapas vitales de su vida, y con unos recuerdos, simplemente, fragmentados, pero que denotan ya una apasionante y enérgica trama.
Y, en muchas ocasiones, veremos cómo una misma cuestión es a la vez abordada desde diferentes géneros. Por ejemplo, la importancia de la cultura, la educación, la vocación o incluso el destino los veremos en la reseña de la novela de Miguel Delibes, El camino o en la de La elegancia del erizo. Y, por otra parte, nos volveremos a encontrar este mismo ítem en los relatos de “La bibliotecaria”, “Con vocación de político”, “El crítico literario” o “Comunicando con el mundo”. Y en poesía formará parte al menos de dos de los poemas que conforman el libro: “Pan de futuro” y “Las palabras”.
Para finalizar diremos que Senderos de palabras es un libro muy peculiar que responde a la visión que tiene de la vida su autor, Javier Úbeda. Todo lo que es importante para él y también para nuestra sociedad diría que ha quedado plasmado de algún modo en estas páginas, ya que, por supuesto, no vivimos aislados, sino los unos con los otros -nos guste o no- y el poder de la literatura es ese, sobre todo, hacer hincapié en lo que nos identifica, en lo que nos une o, por el contrario, en lo que nos separa, en este último caso como denuncia, como forma de evitarlo al poner el dedo en la llaga.
Un libro que, un poco a la manera que ya hizo en su día Paulo Coelho con su obra Como el río que fluye, recopilando textos de muy diverso carácter, trata de ayudarnos en la dura labor de “aprender a vivir”, simplemente “a vivir” o, en su defecto, “a sobrevivir”, aunque de todas estas opciones yo me quedaría con la segunda, nos enseña “a vivir”, recalcando lo hermosa que es la vida, y creo que el autor también se quedaría con esa definición más que con las otras. En cuanto a ustedes, ya me darán su opinión cuando lo lean… Desde aquí solo me queda por desearles una feliz y, de buen seguro, amena lectura.
Texto de Isabel Alamar
Con las palabras intentamos explicar el mundo que nos rodea y las palabras nos sirven a su vez para ahondar mejor en ese mundo. Y, por otro lado, la realidad también nos llega a través de palabras en enseñanzas que se van transmitiendo a lo largo del tiempo, generación tras generación, y que van dejando en nosotros su poso de marcas imborrables, y luego, inmersos en este recorrido que es la vida, nosotros mismos acabamos tomando el relevo y transmitiendo esas mismas enseñanzas, pero actualizadas, modificadas por nosotros a los demás, al mundo, formando una cadena que parece no tener fin, y, en realidad, es así: ¡no lo tiene!, porque si lo tuviera, simplemente, el mundo no existiría tal y como lo conocemos ni nosotros tampoco.
En este caso, el autor mantiene en todo momento una visión optimista y, fuertemente, vitalista de la vida, pese a los indudables males que aquejan al mundo, eso es innegable y está claro, como pueden ser la pobreza, la violencia, la soledad, la corrupción… De cualquier modo, siempre habrá un resquicio para la esperanza, para el amor, para la amistad y, en general, para la magia de existir y saber disfrutar de la vida, y ese es el principal mensaje que intenta transmitirnos en todo su libro.
De hecho, una y otra vez, el autor se reafirma en la creencia de que podemos salvarnos si tenemos claro lo que, realmente, vale la pena, como dice en algunos versos de su poema “Importan” (…Importan los sueños: trabajar y vivir por ellos / Importan los amigos, su cariño, su apoyo / Importa saberse únicos, valorados y queridos / Importas tú, amada mía…). Todas estas cosas y otras muchas más tienen el poder y el deber de salvarnos o al menos el de ayudarnos a vivir un poco mejor, por eso, el escritor parece que no se cansa nunca de recordárnoslo volviendo una y mil veces sobre estos aspectos para abordarlos desde distintos géneros y desde distintos ángulos o perspectivas -en unas ocasiones estos pensamientos toman la forma de reseñas; en otras, nos llegan a través de relatos o microrrelatos y, algunas de las veces se convierten en poemas, algunos con formas clásicas como el soneto, pero la mayoría en versos libres-, asegurándose así de que el mensaje nos llegue y nos cale hondo.
Este incansable articulista de opinión, crítico literario y escritor de relatos y poemas, como todo buen intelectual que se precie, está convencido del papel activo que desempeña la escritura. De hecho, Javier Úbeda cree que escribiendo se puede cambiar el mundo o al menos contribuir a aportar un poco de luz en sus senderos, incluso en los más recónditos. Por eso, este libro se encarga de recoger la producción literaria llevada a cabo por Javier Úbeda a lo largo de varios años de arduo e intenso trabajo, que van desde el año 2009 al año 2011, ambos inclusive. Y no olvidemos nunca que un escritor escribe siempre pensando un día en el público lector que acabará de cerrar el círculo de la creación, ya que siempre se crea o se escribe para alguien, aparte, claro está, de para uno mismo.
Con Senderos de palabras asistimos, pues, a un libro muy heterogéneo, que consta, de tres partes, claramente, definidas. En la primera, encontraremos siete críticas literarias, pertenecientes a libros que han logrado dejar su huella en nuestro panorama literario como es el caso de las reseñas de Como el río que fluye; El lector; Bartleby, el escribiente o Memorias de África; en la segunda parte, leeremos varios relatos, concretamente, veinte relatos breves, un relato largo y catorce microrrelatos, y en la última parte del libro disfrutaremos de cuarenta poemas, la mayoría de ellos de temática amorosa, aunque tampoco falten otros motivos, ya clásicos, como son el paso del tiempo, la naturaleza, la soledad o la metaliteratura o creación literaria, etc. Y a veces le veremos abordar algunas temáticas que, por lo general, han sido menos tratadas como es el caso de cuestiones de índole social a las que Javier sí que les ha concedido su espacio: el tema del maltrato en “El grito”, el de la indefensión o desprotección en la infancia en “Pido la palabra” o la indigencia en “Sola”. Otras de las historias versarán sobre la minusvalía que aparece en dos de los relatos cortos: “Más de cinco sentidos” y “Con vistas a tu corazón”, o sobre la importancia de la familia en relatos como “Momentos” y “La familia, ese tesoro”.
Mención aparte merece el relato más extenso de todo este libro que lleva por título “Recuerdos”. Se trata de una historia ambientada en la época de la guerra civil y en el posterior periodo de la posguerra, que bien pudiera acabar siendo un día una novela de memorias, no del autor, sino del personaje principal inventado por él, una mujer ya anciana que decide poner por escrito su vida con ayuda de una periodista, Patricia, con el fin de contentar a sus amados hijos. Estamos casi convencidos de que Javier Úbeda tendría que seguir escribiendo esta biografía, y desde aquí le animamos a hacerlo, porque el texto se presta totalmente a ello e incluso reclama esta continuidad para seguir profundizando así en la apasionante historia de esta mujer luchadora, llamada Carolina, pero, de momento tendremos que conformarnos tan solo con el esbozo de unas etapas vitales de su vida, y con unos recuerdos, simplemente, fragmentados, pero que denotan ya una apasionante y enérgica trama.
Y, en muchas ocasiones, veremos cómo una misma cuestión es a la vez abordada desde diferentes géneros. Por ejemplo, la importancia de la cultura, la educación, la vocación o incluso el destino los veremos en la reseña de la novela de Miguel Delibes, El camino o en la de La elegancia del erizo. Y, por otra parte, nos volveremos a encontrar este mismo ítem en los relatos de “La bibliotecaria”, “Con vocación de político”, “El crítico literario” o “Comunicando con el mundo”. Y en poesía formará parte al menos de dos de los poemas que conforman el libro: “Pan de futuro” y “Las palabras”.
Para finalizar diremos que Senderos de palabras es un libro muy peculiar que responde a la visión que tiene de la vida su autor, Javier Úbeda. Todo lo que es importante para él y también para nuestra sociedad diría que ha quedado plasmado de algún modo en estas páginas, ya que, por supuesto, no vivimos aislados, sino los unos con los otros -nos guste o no- y el poder de la literatura es ese, sobre todo, hacer hincapié en lo que nos identifica, en lo que nos une o, por el contrario, en lo que nos separa, en este último caso como denuncia, como forma de evitarlo al poner el dedo en la llaga.
Un libro que, un poco a la manera que ya hizo en su día Paulo Coelho con su obra Como el río que fluye, recopilando textos de muy diverso carácter, trata de ayudarnos en la dura labor de “aprender a vivir”, simplemente “a vivir” o, en su defecto, “a sobrevivir”, aunque de todas estas opciones yo me quedaría con la segunda, nos enseña “a vivir”, recalcando lo hermosa que es la vida, y creo que el autor también se quedaría con esa definición más que con las otras. En cuanto a ustedes, ya me darán su opinión cuando lo lean… Desde aquí solo me queda por desearles una feliz y, de buen seguro, amena lectura.
Javier Úbeda Ibáñez. "Senderos de palabras". Pasiónporloslibros, 2011.
Texto de Isabel Alamar
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