Imagino a Paula siendo niña leyendo a escondidas los cómics de sus hermanos mayores. La imagino abriendo los cajones, levantando las alfombras y mirando bajo las camas. La imagino convirtiendo a Mr. Potato en un superhéroe que salvó al planeta tierra.
Imagino a Paula estudiando un master de postgrado en una universidad americana de estilo británico. La imagino comerse un bol de palomitas con mantequilla mientras ve en la televisión por cable viejas películas de terror en blanco y negro. La imagino fascinada por las letras de neón de las cafeterías, las calles de Nueva York y la pintura de Richard Estes.
Imagino a Paula levantarse por la mañana temprano y ponerse a escribir en la mesa de la cocina el recuerdo de su último sueño. Pesadillas surrealistas basadas en hechos reales.
La imagino porque “Teoría de todo” es eso, imaginación dentro de la realidad. Es Spiderman abandonado por su mujer tirado en el sofá bebiendo cerveza y viendo la MTV. Es el auténtico Hombre Lobo esperando una carta que cambiará su miserable existencia. Personajes de ficción convertidos en personas corrientes. Es Quiz Kid Donnie, el personaje de “Magnolia”, la película de Paul Thomas Anderson, convertido en un adulto, alcohólico y desenfocado, porque su rostro sigue siendo el de un niño, pelirrojo y con pecas, que anuncia galletas.
“Teoría de todo” son la noticia del periódico, la anécdota de la radio o la película del domingo de las que tal vez surgió todo. Igual que Sipán nos contó en “El efecto placebo” que Patricia Higsmith diseccionaba los diarios buscando ideas para sus novelas. Pero es la imaginación de Paula la que las transforma, las hace diferentes. Paula tunnea la realidad. Enroca las piezas. Apaga y vuelve a encender. Y todo se hace nuevo, irónico, humorístico, real, terrorífico y triste. Todo es nuevo y conocido. Imposible y perfectamente creíble.
“Teoría de todo” son también los sueños de Paula. El sueño dentro del sueño. El sueño dictando el relato, enfrentándose a la realidad, mezclándose con ella, arrancando sus pétalos, confundiéndose entre sus líneas. Esos sueños que la mayoría olvidamos al despertar aliviados de que sean mentiras Paula los convierte en relatos de inviernos lluviosos, desapariciones y mudanzas. Literatura del subconsciente poético. Alucinación y rutina.
Imagino a Paula estudiando un master de postgrado en una universidad americana de estilo británico. La imagino comerse un bol de palomitas con mantequilla mientras ve en la televisión por cable viejas películas de terror en blanco y negro. La imagino fascinada por las letras de neón de las cafeterías, las calles de Nueva York y la pintura de Richard Estes.
Imagino a Paula levantarse por la mañana temprano y ponerse a escribir en la mesa de la cocina el recuerdo de su último sueño. Pesadillas surrealistas basadas en hechos reales.
La imagino porque “Teoría de todo” es eso, imaginación dentro de la realidad. Es Spiderman abandonado por su mujer tirado en el sofá bebiendo cerveza y viendo la MTV. Es el auténtico Hombre Lobo esperando una carta que cambiará su miserable existencia. Personajes de ficción convertidos en personas corrientes. Es Quiz Kid Donnie, el personaje de “Magnolia”, la película de Paul Thomas Anderson, convertido en un adulto, alcohólico y desenfocado, porque su rostro sigue siendo el de un niño, pelirrojo y con pecas, que anuncia galletas.
“Teoría de todo” son la noticia del periódico, la anécdota de la radio o la película del domingo de las que tal vez surgió todo. Igual que Sipán nos contó en “El efecto placebo” que Patricia Higsmith diseccionaba los diarios buscando ideas para sus novelas. Pero es la imaginación de Paula la que las transforma, las hace diferentes. Paula tunnea la realidad. Enroca las piezas. Apaga y vuelve a encender. Y todo se hace nuevo, irónico, humorístico, real, terrorífico y triste. Todo es nuevo y conocido. Imposible y perfectamente creíble.
“Teoría de todo” son también los sueños de Paula. El sueño dentro del sueño. El sueño dictando el relato, enfrentándose a la realidad, mezclándose con ella, arrancando sus pétalos, confundiéndose entre sus líneas. Esos sueños que la mayoría olvidamos al despertar aliviados de que sean mentiras Paula los convierte en relatos de inviernos lluviosos, desapariciones y mudanzas. Literatura del subconsciente poético. Alucinación y rutina.
“Teoría de todo” son también pesadillas. Pesadillas que provocan terror y angustia, insomnio y pánico a las noches, al mar y a la luna reflejándose en el agua. El miedo real a que los ladrones entren en nuestra casa mientras dormimos. El miedo a la depresión, el fracaso y la derrota. Sentir la desesperación suicida del perdedor, las ilusiones defraudadas con amables cartas. Desahuciados que huyen buscando un nuevo refugio, un disfraz para pasar desapercibidos, una nueva oportunidad para renacer y pensar en el futuro.
Paula mira e imagina, cierra los ojos, sueña y escribe. Abre la jaula de las pesadillas e inventa algo nuevo sobre la verdad. Sobre alguien o algo que ha visto, soñado y leído; sobre lo fantástico y lo real; sobre lo que imaginó despierta y vio estando dormida.
Paula Lapido. “Teoría de todo” Tropo Editores. Zaragoza, 2010.
Ilustración de cubierta de Óscar Sanmartín.Paula mira e imagina, cierra los ojos, sueña y escribe. Abre la jaula de las pesadillas e inventa algo nuevo sobre la verdad. Sobre alguien o algo que ha visto, soñado y leído; sobre lo fantástico y lo real; sobre lo que imaginó despierta y vio estando dormida.
Paula Lapido. “Teoría de todo” Tropo Editores. Zaragoza, 2010.
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