Apoyar el codo en la barra y mirar así, con descaro y de frente, sin miedo ni debilidad. Ser como ellos. Mirar como miran ellos en lugar de arrastrar siempre este mirar mío, este mirar asustado, cobarde, indeciso y vegetal.
Me gustaría atronar el bar los lunes hablando del partido, el árbitro y los jugadores. Discutir con alguien. Decir atraco, hijoputa y cojones con absoluta naturalidad. Hablar como hablan ellos en lugar de pedir siempre disculpas y las cosas por favor.
Me gustaría arrojar un billete de cincuenta sobre la barra y pedirle cambio a la camarera. Retar a la máquina tragaperras. Decir que esta ronda la pago yo. Dejar siempre propina en lugar de sonreír estúpidamente mientras busco alguna moneda en el bolsillo del pantalón.
Me gustaría mirar la televisión y escupir en público mi desprecio a los culpables, tener enemigos con rostro, cuernos y apellidos en lugar de sentarme, esconderme a diario en un rincón y volver a dudar otra vez de mí.
Me gustaría hablar por el móvil en voz alta de negocios, restaurantes, copas y amantes en lugar de conversar siempre conmigo y en silencio hacer inventario de renuncias, errores, obediencias y eclipses.
Tomar a media mañana raciones, bocadillos y cervezas en lugar de pedir por favor un descafeinado de máquina y ponerme, donde no me vea nadie, a escribir versos, cuentos chinos, autorretratos de papel.
Me gustaría medir el éxito sencillamente, utilizando centímetros y quilates de oro y un coche alemán aparcado en la puerta del bar. Ser lo que puedes ver en lugar de vendedor ambulante de humo, espejismos, calabazas y pompas de jabón.
Hablar soltando tacos, mirar de frente y entender la vida en lugar de estar aquí aturdido, confuso y herido, arrancando espinas de lo más profundo del ayer.
Tener las espaldas bien anchas en lugar de caminar encorvado. Las manos recias, macizas, en lugar de inútiles, frágiles líneas en un papel. Cantar en la ducha y tener recetas para arreglar el mundo en lugar de coleccionar tachaduras, sombras, zurcidos y castillos en el aire.
Me gustaría ser como ellos.Me gustaría ser matemático, domador de leones, cerrajero, lanzador de cuchillos. No utilizar nunca las palabras duelo, biografía, arrepentimiento ni rebelión. Vivir sin esperar cada día la primavera, sin poner cada noche en hora el reloj.
Texto de Jorge del Frago
Fotografía de Rafa Llano
4 comentarios:
ufff increible me gusto muuucho como siempre y para siempre
Siempre tendemos a querer lo que no somos... y cuando lo conseguimos, queremos ser otra cosa...
Un saludo indio
¡Que bueno! Te veo en gran forma. Me gusta el estilo y el tono. Sobre la cuestión de fondo... no quieras ser como ellos, no vale la pena. Creo.
Enorme saludo.
Estimado Señor Del Frago, con toda sinceridad: ES UN TEXTO MAGNÍFICO...!!!
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