lunes, 26 de diciembre de 2011

Mayo contra noviembre

Ante esta “Nostalgia armada” me asalta una sensación, un sentimiento contradictorio. Tal vez por torpeza mía, por ignorancia. Por un lado de belleza y ritmo, pero al mismo tiempo de largo recorrido que me deja sin aliento. Sin la resaca de otros días y otras palabras.
Tal vez sea culpa mía y de lo que nos ha convertido este mundo moderno: prisa, concreción, precisión, minuto y resultado. Velocidad, destino final sin importar el camino recorrido. Inmediatez, éxtasis y olvido. Tal vez sea que yo prefiera lo evidente, los caminos limpios y breves, el minimalismo salvaje de un cuchillo corto y bien afilado antes que una cubertería de plata.
Marqué con un (No) algunos poemas y subraye cada título para una relectura. Marcas para volver a recorrerlo de nuevo porque siempre leo dos veces los libros de poesía. Y en esa segunda lectura de los poemas subrayados volvió la contradicción de esa doble sensación de belleza y extrañeza. De intensidad alargada innecesariamente, de exceso en la composición, de prolongación, de poema en largometraje. Y con la contradicción volvieron las dudas. Quizás yo esté equivocado, quizás porque siempre he buscado en la poesía esa estructura de intensa brevedad, quizás porque me gusta sentir su eco retumbando sin que otro sonido lo interrumpa.
Y en esa segunda lectura comprendí que Olga Bernad escribe de otra manera. Alargada, explicativa. Y la imagino más contundente y eficaz en una prosa poética, en unos poemas de párrafos largos y punto y a parte que consiguieran otro ritmo distinto, continuado, absoluto. Los poemas de Olga, los subrayados, son poemas narrativos. Y comprendí que debía volver a leerlo con esa estructura, con ese nuevo ritmo adecuado a la lectura de esa forma. Porque de la primera lectura me quedaron poemas que me robaban el aliento y no me dejaban masticar las palabras. Los deslumbramientos no se detenían. Eran vagones enganchados en un tren que no paraba y cuando lo hacía ya estaba lejos.
Me da vergüenza hablar de teorías. De cómo encender un fuego. Yo prefiero quemarme en el incendio provocado por otros. Yo no soy el que dibuja los mapas, soy el que se pierde en ellos.
Y ejemplos de esos poemas que ganan en intensidad ajustando el ritmo de su lectura –convertidos- en prosa poética son “Lugares invisibles”, “Nada en el desierto”, “Baile de muertos”, “Amanecer de la mucha muerta” y “No escribo”. Y poemas breves en los que refugiarme dentro de su eco: “21 gramos”, “No saber”, “Extra viam”, “Perros de noviembre”, “King Geroge” y “Una amazona griega en tiovivo”.
Y como ejemplo de esa extensión perjudicial y contradictoria, el poema “Estocolmo” con la belleza de “esa sonrisa que tuve guardada/por si un día volvíamos a vernos./Duerme siempre conmigo/y sabe respirar con mis pulmones” perdida en un largísimo poema de tres páginas que se mitiga con el regalo de dos versos finales “En tardes de violencia me ha mirado/con ojos de animal de compañía”.
Vuelvo a releer los subrayados, ignorando las negaciones entre paréntesis. Vuelvo y me encuentro con “te inventé porque el mundo me sabe a hambre atrasada”. Y me quedo con que todo lo que digo son teorías, elucubraciones, gustos personales y ninguna verdad. Que a mi no me gustan los poemas de águilas y vuelos, los versos bucólicos, las miradas al cielo y la tierra, que el único animal que me interesa es el hombre.
No tengo teorías ni quiero fabricarlas ni escribirlas. Tan sólo quiero dejarme llevar, atrapar, sentir el golpe contundente de la emoción sin explicarme el porqué. “Por eso me repito cada noche/que una vez fuimos jóvenes y fuertes,/nuevos y en blanco, puros, aprendices,/crueles conquistadores y milicia,/novicios consagrados al acaso,/peligrosos de amor y de violencia./Y vivir importaba/y el porvenir olía a incertidumbre,/a fiesta y a dureza, a beso húmedo.”
“Será agosto y, en sueños,/vendrán ladrando perros de noviembre./El mes más vil, el mes de los suicidas,/el que arranco de cuajo en los diarios”.

Olga Bernad. “Nostalgia armada”. 89 páginas. Ediciones La isla de Siltolá. Sevilla, 2011.

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