



Una vez más la imaginación y el arte. Una vez más José Joaquín Beeme.
Otra vez la suerte. Uno de 30. Uno de sus artísticos, únicos y extraordinarios libriccini en mis manos.
Los “Bicharrakos” de José Joaquín son caricaturas, fantasías de tinta china, bolígrafo, trazo y pincel. Ojos enormes de cristal, frágiles y diminutos cuerpos, ciempiés de conchas abstractas; mutaciones, ficciones, cabezudos milimétricos; elefantes de mirada tierna, hechiceros africanos, moscas agigantadas bajo el microscopio de su imaginación.
Ovejas y sepias voladoras, escarabajos egipcios, orugas, gusarapos y souvenirs. Amuletos contra la mala suerte y el mal de ojo. Moscas como naves espaciales, medusas, pulpos extraterrestres, espinas dorsales, langostas, pulgas y pollastres transgénicos.
Ojos como garbanzos, estolas de algodón. Elefantes dalinianos, perfiles de Mariscal. Viscosidad, mucosidad; bailarinas y saltamontes; cuerpos crujientes bajo los pies, la boca y los alfileres.
“Bicharrakos” reptantes, volátiles, bichos caminando sobre el agua y la fina arena del papel.
Taxidermia, neologismo, entomología personal. Colección de humor, ficción y realidad.
“Bicharrakos” es el cuaderno de campo de un creador, un inventor, la isla de papel de un falso doctor Moreau.
José Joaquín Beeme sueña, imagina, mira y dibuja. Convierte al papel en una tela de araña, territorio de caza y fantasía, y al libro en un objeto de arte.
José Joaquín Beeme. Bicharrakos. La Torre degli Arabeschi, 2006.
Siempre lo he dicho. Es fundamental ilustrar un libro. La imagen completa unas letras. Las letras narran una ilustración.
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